Una nueva estrella...Liniers.-

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domingo, 8 de junio de 2008

Sin Copa...¿Hay futuro?


Declararse abstemio o emborracharse hasta la médula era la cuestión en Liniers. Los dos tras un mismo objetivo. Ambos para sumar de a tres y decretar el ingreso a la Sudamericana y salir de “copas” para el arranque del próximo semestre. Dos para tan sólo un ticket. Una tarde que prometía más y que se conformó con poco.

En el Fortín, no quedaba otra que ganar para cumplir el objetivo fundamental y primordial trazado con la llegada de Hugo Tocalli, allá cuando el mes de enero rebozaba en calor veraniego y el 2008 daba sus primeros pasos. A la cancha los pibes. Esa bandera de orgullo que supo enarbolar Vélez Sársfield desde la década dorada de los noventa hasta el día de hoy. Ese canto sagrado acompañadao del “Vamo! Vamo!” que se alza desde la popular. Ese ideal bendito que justificó la llegada del mismo Tocalli, un conocedor de los juveniles, quien tiene las armas para hacerlos explotar.

Como a lo largo de todo el torneo, dos juveniles hacían su debut, Iván Bella y Pablo Despósito. Juveniles “Made in Selectivo” que regala sus primeros frutos junto a Gastón Díaz, Fernando Tobio y Jonathan Cristaldo. Los pibes cumplieron. Se cargaron la responsabilidad al hombro ante un rival difícil y experimentado, y le aportaron ritmo en la salida, buen trato de pelota y esa dosis de barullo juvenil que revuelve las endorfinas haciéndolas estallar. Encima, en el complemento, Tocalli se dio el gusto de uno más; entonces Ricardo Álvarez saltó al campo de juego. En definitiva, Vélez finalizó el encuentro acorralando a un Independiente tímido habiendo puesto en cancha a cinco de sus mayores promesas, sin contar a Darío Ocampo y Leandro Coronel que por edad son pibes pero que ya suman varias batallas en los hombros. Alcanza para pensar en lo que va a venir.

Pero Vélez padeció durante estos noventa minutos ante un Rojo pálido y casi rosado, lo que lo aquejó durante todo este Clausura fatídico. Sin contundencia ofensiva, sin presencia en el arco rival, relegó todos sus intentos a la magia de Damián Escudero y a las ganas y buenos intentos de Gustavo Balvorín. Ninguno de los dos pudo con sus propios karmas. Uno, el 10, habilidoso por naturaleza para eludir las férreas defensas rival no pudo gambetear la marca pegajosa que se pone a si mismo, y fastidiado con él no pudo desequilibrar y ser gravitante dentro del campo de juego. Ojo, también saben de la clase de jugador que es y cada vez más le cierran los espacios como hizo esta tarde Borghi. El otro, el 11, peleador nato y de entrega total también se limitó en su juego y fue más lo que lucho con el de al lado que en poner su mira en el arco. Una clara fue la que corría con ventaja a sus marcadores en el complemento para enfrentar a Assmann y preocupado más por recibir una falta penal que por definir, fue frenando su marcha hasta desvanecerse sin chances y sin falta en el área. Ojo, que después Furchi se devoró una falta bien grande pero como el cuento de Juanito y el Lobo, el árbitro no le creyó y equivocó su fallo.

Sin arco rival, a Vélez se le hizo el torneo cuesta arriba y lo padece como en esta tarde frente a Independiente; aunque esta vez contó con Germán Montoya para salvar las pocas pero peligrosas que creó la visita.

El empate sabe a muy poco cuando Liniers descansa luego de una tarde de fútbol. Hoy el Fortín debe esperar a sumar de a tres ante el Globo, además de que Independiente y Tigre no ganen para saborear ese gustito sagrado de copa que a tantos otros se les amarga en la boca.

En la tarde del Amalfitani, aún resuenan las palmas y el canto de los hinchas fortineros aplaudiendo y aprobando la labor de los pibes junto al equipo que mejoró bastante la triste imagen de La Plata. Vélez demostró que hay futuro. Un futuro, ¿sin copa?.

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