Buenos Aires, Domingo 11 de abril de 2010.
(Prensa Vélez Sarsfield – Estadio José Amalfitani).
Lejos, muy lejos de la última imagen. Lejos también porque en la comparación no hay punto de unión ante la diversidad de los equipos que jugaron un partido y otro. Pero mucho tiene que ver este Vélez desde lo que propuso en el campo de juego ante un Banfield con base del equipo campeón, con el andar que se planteó durante este año centenario; más allá de que no allá acompañado el resultado con una victoria y deba conformarse con un empate sin goles ni casi emociones.
Porque en la idea madre estuvo siempre el objetivo de ir en busca del arco rival. Con dificultades, es cierto; pero con la necesidad de sumar nuevamente de a tres. Porque este equipo comprendió que la mejor forma de reponerse a un mal momento es seguir luchando, no bajar de ninguna manera los brazos y mostrarse más fuerte que nunca. Por lo menos eso fue lo que se buscó en la tarde noche de Liniers, recibiendo al último campeón del Fútbol Argentino.
Porque en la despedida temprana del Clausura (porque los resultados negativos así lo quisieron), más allá de lo empecinado que se mostró Independiente en las dos últimas fechas por darle vida a Vélez, estaba la daga de un equipo que dio siempre pelea pero se golpeó más de la cuenta y lo pagó caro. Porque ante ese panorama, Gareca le dio chance a varios juveniles, también impulsado por la necesidad de recurrir a ellos ante la baja por lesión de varios de sus soldados en un momento importante.
Por eso, Juan Manuel Iurino tuvo su recompensa luego de estar cerca de debutar frente a Lanús. El pibe tuvo su estreno ante Banfield y no lo hizo para nada mal. Fue siempre una pared en el fondo de una defensa que se mostró más que sólida con él, más Tobio, Torsiglieri y Lima. Además de un Marcelo Barovero bien ubicado y reflejo de seguridad bajo los tres palos. Ese fue el primer síntoma de mejoría de Vélez. Una solidez en la última línea importante para sostener a Papelito Fernández y Rubén Ramírez. Porque también el entrenador recuperó del ostracismo a Leonardo Piris y este no le falló. Dejó todo en cada pelota para ser siempre una preocupación para el rival.
Porque encima, contaron con la presencia de Leandro Somoza. Valuarte de un equipo que lo necesita en plenitud y gran parte de la mejoría de este Vélez también se vio en la levantada de nivel que mostró el León; más allá de que vio nuevamente la roja.
Este tema de las expulsiones tiene mucho que tratarse de un tiempo a esta parte, ya que tanto en el torneo como en la copa, las rojas que pintaron a jugadores de Vélez Sarsfield ascendieron a siete en total. Un número altísimo que debe bajar para no sufrir complicaciones en encuentros claves. Mucho tiene que ver lo que se juega Vélez. Otro tanto lo suma el momento de arbitraje para con Vélez. Sea Furchi, Pompei o quién sea; cualquier roce que suceda hay amarilla, y amarilla más amarilla… ya sabemos el final de la película. Tema a tratar urgente.
Si bien el encuentro entre Vélez y Banfield careció de emociones; la imagen del equipo de Gareca por todo lo que se vino remarcando en este informe, quedó intacta. Porque lo buscó más aún siendo un equipo de urgencia ante tanta mala suerte. Porque además, en frente, estuvo el equipo de Falcioni que salvo un par de jugadores, el resto es el equipo campeón. Un Taladro al que le faltó vuelo para arrimarse a la punta ante el suplente del Fortín. Por eso, la actuación de Vélez, sin conformismo barato, fue muy buena.
Ya vendrán tiempos mejores y dichosos desde el resultado que hoy es lo que escasea. Llegará el turno de pensar exclusivamente en la Libertadores y las ganas de todos de volver a reencontrarnos con ese éxtasis emocional de volver a jugarla. Será el tiempo de pensar en el pasaje a octavos. Será el tiempo de seguir soñando un sueño del que no se despierta; por más dura que sea la realidad vivida.
Carlos Alberto Martino.
(Prensa Vélez Sarsfield – Estadio José Amalfitani).
Lejos, muy lejos de la última imagen. Lejos también porque en la comparación no hay punto de unión ante la diversidad de los equipos que jugaron un partido y otro. Pero mucho tiene que ver este Vélez desde lo que propuso en el campo de juego ante un Banfield con base del equipo campeón, con el andar que se planteó durante este año centenario; más allá de que no allá acompañado el resultado con una victoria y deba conformarse con un empate sin goles ni casi emociones.
Porque en la idea madre estuvo siempre el objetivo de ir en busca del arco rival. Con dificultades, es cierto; pero con la necesidad de sumar nuevamente de a tres. Porque este equipo comprendió que la mejor forma de reponerse a un mal momento es seguir luchando, no bajar de ninguna manera los brazos y mostrarse más fuerte que nunca. Por lo menos eso fue lo que se buscó en la tarde noche de Liniers, recibiendo al último campeón del Fútbol Argentino.
Porque en la despedida temprana del Clausura (porque los resultados negativos así lo quisieron), más allá de lo empecinado que se mostró Independiente en las dos últimas fechas por darle vida a Vélez, estaba la daga de un equipo que dio siempre pelea pero se golpeó más de la cuenta y lo pagó caro. Porque ante ese panorama, Gareca le dio chance a varios juveniles, también impulsado por la necesidad de recurrir a ellos ante la baja por lesión de varios de sus soldados en un momento importante.
Por eso, Juan Manuel Iurino tuvo su recompensa luego de estar cerca de debutar frente a Lanús. El pibe tuvo su estreno ante Banfield y no lo hizo para nada mal. Fue siempre una pared en el fondo de una defensa que se mostró más que sólida con él, más Tobio, Torsiglieri y Lima. Además de un Marcelo Barovero bien ubicado y reflejo de seguridad bajo los tres palos. Ese fue el primer síntoma de mejoría de Vélez. Una solidez en la última línea importante para sostener a Papelito Fernández y Rubén Ramírez. Porque también el entrenador recuperó del ostracismo a Leonardo Piris y este no le falló. Dejó todo en cada pelota para ser siempre una preocupación para el rival.
Porque encima, contaron con la presencia de Leandro Somoza. Valuarte de un equipo que lo necesita en plenitud y gran parte de la mejoría de este Vélez también se vio en la levantada de nivel que mostró el León; más allá de que vio nuevamente la roja.
Este tema de las expulsiones tiene mucho que tratarse de un tiempo a esta parte, ya que tanto en el torneo como en la copa, las rojas que pintaron a jugadores de Vélez Sarsfield ascendieron a siete en total. Un número altísimo que debe bajar para no sufrir complicaciones en encuentros claves. Mucho tiene que ver lo que se juega Vélez. Otro tanto lo suma el momento de arbitraje para con Vélez. Sea Furchi, Pompei o quién sea; cualquier roce que suceda hay amarilla, y amarilla más amarilla… ya sabemos el final de la película. Tema a tratar urgente.
Si bien el encuentro entre Vélez y Banfield careció de emociones; la imagen del equipo de Gareca por todo lo que se vino remarcando en este informe, quedó intacta. Porque lo buscó más aún siendo un equipo de urgencia ante tanta mala suerte. Porque además, en frente, estuvo el equipo de Falcioni que salvo un par de jugadores, el resto es el equipo campeón. Un Taladro al que le faltó vuelo para arrimarse a la punta ante el suplente del Fortín. Por eso, la actuación de Vélez, sin conformismo barato, fue muy buena.
Ya vendrán tiempos mejores y dichosos desde el resultado que hoy es lo que escasea. Llegará el turno de pensar exclusivamente en la Libertadores y las ganas de todos de volver a reencontrarnos con ese éxtasis emocional de volver a jugarla. Será el tiempo de pensar en el pasaje a octavos. Será el tiempo de seguir soñando un sueño del que no se despierta; por más dura que sea la realidad vivida.
Carlos Alberto Martino.
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