Vélez lo ganaba bien con un gol de Tobio y una buena producción de los pibes que puso Gareca en cancha. Pero luego apareció Collado e hizo de las suyas para que Racing resucite. No cobró penal a Cabrera, echó a Álvarez, y los de Russo marcaron tres. Vergüenza.
Buenos Aires, Domingo 18 de abril de 2010.
(Prensa Vélez Sarsfield – Juan Domingo Perón)
¿Cuánto tiempo más va a pagar Vélez el precio de haberse coronado campeón ante el equipo que era del pueblo? ¿Cuántas veces más se van a repetir esas imágenes una y otra vez de aquella situación de juego que derivó en el gol del campeonato de Maxi Moralez? Pareciera que la pesadilla que intentaron (y lograron) instalar Cappa y compañía, no tiene fin. Acecha todo el tiempo, se planta una y otra vez ante un Vélez que sufre y se malgasta en un pálido arbitraje de enfermedad terminal. Durante la noche de Avellaneda, nada de esto estuvo al margen. Sucedió todo. Lamentablemente.
Porque más allá de un partido de fútbol, mucho más allá de las cuestiones tácticas; hay cosas que tristemente escapan a lo estrictamente futbolístico. No sólo porque Vélez justificaba en cancha el gasto de tener muchos juveniles, sino que también se ponía en ventaja y le ganaba a un más que moribundo Racing que mendiga puntos para subsistir en la máxima categoría. Vélez no chocó solo contra la intencionalidad de Javier Collado. No señor. También se enfrentó a la regla base de que Racing no puede descender, y ese combo puede ser letal.
Porque en las acciones de juego, ambos equipos se mostraron parejos. Con llegadas en ambas puertas y con buen ritmo de pelota. Pero es imposible analizar el partido después del minuto 67 de juego. Imposible porque Collado se encargó, como los Furchi, como los Pompei; de que la cosa no sea la misma. Como un cuadro dantesco. Buena jugada de Vélez de izquierda a derecha. El balón pasa por el área y llega Nico Cabrera a empujar el balón exigido con un De Olivera casi derrotado y con le balón de frente. El volante llega exigido y recibe una clara infracción de penal desde atrás por parte de un defensor de Racing. Cae Cabrera y el balón sale a córner. Collado nada. De Olivera lo toma del brazo al lesionado Cabrera y lo arrastra como una bolsa de lo peor fuera del campo de juego. Collado sigue sin aplicar ni un centímetro de reglamento. El mismo Cabrera luego de un tiempo se reincorpora e intenta cobrar el córner mientras la gente de Racing le arroja de todo, hasta un explosivo que detona a centímetros del jugador. Mientras, Miguel Ángel Russo lo insulta por no ir a cobrar la falta. Collado seguía omitiendo infracciones reglamentarias. Se ejecuta el tiro de esquina y Álvarez queda golpeado en el área. Se pide el carrito médico, el juvenil se levanta y Collado lo amonesta por no subir al carro. Álvarez pide explicaciones y Collado con una soberbia energía muy atacado le muestra la roja y lo obliga a salir del campo de juego. Chau.
Desde allí lo que tenía que pasar. Racing creció de sus cenizas y aprovechó lo que le sirvió en bandeja el árbitro para respirar una bocanada de aire puro en el agua que le llega más que al cuello. Los goles de Lugüercio, Yacob y Bieler, quedarán para la estadística. Mientras Russo y todo el banco de suplentes se meten en el campo de juego para asistir a un Cahais herido, en clara señal de meter en el freezer al partido. Encima, Collado lo expulsa a Gareca por intentar ponerle un poco de cordura a un partido que necesitaba carecer de eso para que Racing se mantenga por lo menos con respirador artificial.
Ni siquiera agregar el despropósito de la seguridad de no proteger a la parcialidad velezana en las tribunas y a los directivos en el palco, del ataque constante en medio de un letargo de enfermedad racinguista. Todo podía pasar en Avellaneda. Todo que no sea normal. De otra forma, ¿cómo podía ganar Racing?.
Por otra parte, los pibes de Vélez tuvieron un digno encuentro. Obviamente es imposible dejar afuera los factores alternos que influyeron inequívocamente en el resultado. Pero tienen que seguir aprovechando esta chance de sumar minutos y mostrarle al técnico que pueden ser el recambio generacional que necesita un equipo campeón. Exprimir al máximo el don de la experiencia que otorgan estos partidos, crecer y aprender, de saber que nada es fácil para Vélez, históricamente e intensificado de un tiempo a esta parte.
Las palabras de Gareca en el vestuario vienen a ponerle un poco de coherencia a la sucia hipocresía del medio futbolístico. Su voz seguramente será para muchos, el título del día y ahí quedará. Para otros, (todos nosotros) es la bandera en alto de que en Vélez se dice basta. Basta a la mentira. Basta a lo oscuro de un fútbol cada vez más oscuro. Será tiempo de que muchos se hagan eco de estas palabras. Se necesita.
Las cosas seguirán como hasta ahora, más allá de que esta noche el encuentro entre Racing y Vélez dejó dos cosas en claro. El Fortín seguirá luchando la Libertadores como objetivo base de su vida. Mientras, la Academia continuará penando el fantasma sarcástico de la promoción. Aunque, también esta noche quedó demostrado que Racing no puede descender. ¿Le queda alguna duda a usted?.
Carlos Alberto Martino.
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Hace 2 años
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