¿Qué más, Vélez? Si sacó pecho ante un equipo que más que eliminado parecía urgido bajo la necesidad de quedarse con los tres puntos para seguir soñando. Un Deportivo Italia que bien puesto tuvo el nombre, que apeló a la garra tana. Pero que le duró poco, hasta que enfrente se dieron cuenta que se pecaba de equipo liviano. Que el funcionamiento era de algodón. Y entonces fue Vélez, ¿qué más, Vélez?, el que, producto de la sed de resarcimiento hacia su propia inexistencia, pasó por encima a los pobre venezolanos.
¿Qué más, Vélez? Si cuando Moralez agarraba la pelota, Papa pasaba al ataque y Rodrigo López bajaba a pivotear –movimiento del tercer gol-, se volvía a ver al verdadero Fortín. Ese al que Gareca esperaba sentadito que resolviera los problemas, no a los gritos como en los primeros minutos en el Amalfitani. Si encontró en Zapata a un líder que se la bancó fea, y que, si de hacerle frente adversidades se trata, le saca lustre a su apodo: Chapa de copero tuvo Vélez. Gracias a que el zurdo la rozó en una pelota parada, una especialidad de la casa, cuando las papas estaban arrimándose al fuego.
¿Qué más, Vélez? Si ese gol conseguido en un mal pasaje permitió salir al segundo tiempo un poco más irrespetuoso. Dejó que Martínez dejara de ser un reemplazante de Silva y se transformara en un socio de López. Golpe de nocaut, que a la premisa de terminar con la mejor cara que habían traído desde Venezuela la dejó por el piso. Coronel empezó a manejar el mediocampo, Cubero lo ayudó y Díaz se metió en el partido. Cuanto maquillaje para una cara de Vélez que no había dado precisamente una lección de belleza, sino, más precisamente, una máscara de barro.
Pero en fin. ¿Qué más, Vélez? ¿Qué más? Si el pase a la siguiente ronda está más que cerrado y, si en algún momento se complicó, hubo forma y tiempo para enderezarlo. Si Vélez es el mejor equipo argentino posicionado en los grupos. Si el invierno de las derrotas en el Clausura se terminó de la peor manera y el consuelo, el mejor de todos los consuelos, es un trago más de esa suculenta y ansiada copa. El vino podrá quedar para el Tomba, pero el champagne lo tiene la Copa Libertadores...
Fuente: Diario Olé.-
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