Una nueva estrella...Liniers.-

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miércoles, 3 de marzo de 2010

Sagrado Corazón

En un partido infartante, Vélez y Boca igualaron 4 a 4 en Liniers. El Fortín se adelantó con gol de Zapata y si bien siempre buscó más, el Xeneise se puso 3 a 1 arriba en sus pocas llegadas. Los de Gareca dieron vuelta 4 a 3 a pura garra, pero se descuidó al final y lo pagó con el empate.

Buenos Aires, Martes 2 de marzo de 2010.
(Prensa Vélez Sarsfield – Estadio José Amalfitani).

Cómo comenzar a analizar un partido que tuvo de todo, desde goles, emotividad al borde del paro cardíaco, bronca por las chances desperdigadas por el césped del Amalfitani, y la chance inmejorable de ver arrodillado a un Boca que se veía ganador cuando le ponés patas para arriba un partido.

Sin dudas hay que comenzar a analizar si Vélez perdió dos puntos o ganó uno. Desde allí podrá llegar a un análisis de lo que dejó un partido que seguramente será tomado por Ricardo Gareca para analizar lo bueno y desterrar lo malo de un equipo que quiere ir en busca de todo y no quedarse con las manos vacías.

Vélez perdió dos puntos. Porque tuvo todo para ganarlo. Situaciones, tiros en los postes, actitud, entrega y corazón. Cualidades que hoy escasean en cualquier otro equipo del fútbol argentino y hoy sobresalen este Vélez de Ricardo Gareca. Porque le perdonó la vida a un Boca que venía más que golpeado y pidiendo la hora. Porque teniendo en cuenta la gran cantidad de situaciones que desperdició, las chances inmejorables de aumentar aún más el abultado tanteador, se tuvo que conformar con las migajas de un empate que sabe a poco. Porque sobre el final, cuando generalmente los equipos que ganan cierran los partidos, dejó una bola suelta en el área, esa que no se dejan y la sufrió. Porque se alejó apenas de la cima del campeonato cuando podía disfrutarla en soledad por un buen rato. Porque en un partido que tuvo de todo, Vélez hizo lo propio para dejar los tres puntos en el Amalfitani. Porque dejó jugar y ser libre a un Juan Román Riquelme como pocas veces se habrá sentido dentro de un campo de juego. Porque lo desgastó a Somoza que tuvo que salir reemplazado sin redondear un gran juego. Porque ni siquiera Razzotti pudo frenarlo desde su ingreso. Porque ni siquiera pudo hacer uso y gala del penal atajado por Germán Montoya a Martín Palermo, negándole momentáneamente el récord que conseguiría minutos más tarde. Porque padeció en defensa como nunca antes había sufrido, con desantenciones que le costaron caro, con segundas jugadas descuidadas. Porque en definitiva, el encuentro terminó en tablas, cuando tenía un ganador que usaba camiseta blanca con V azul en el pecho.

Vélez ganó un punto. Si lo miramos desde el lado del encuentro que te marca que a los 12 minutos del complemento te encontrabas 1 – 3; más cuando Boca tan solo había llegado un puñado de veces. Porque en esa vuelta que tuvo el marcador para poner a Vélez nuevamente en ventaja, se justifica ese punto ganado. Es la confirmación del sudor y el ahogo de Santiago Silva al final del encuentro; es verlo correr a Zapata aún cuando el reloj está a punto de expirar y siempre queda lugar para un pique más. Porque el mismo Silva parece no haber perdido la memoria goleadora, y repite en Vélez los goles de Banfield, y se quiere vestir nuevamente de goleador del campeonato, esta vez con la casaca del Fortín. Porque tiene en Juan Manuel Martínez a esa clase de jugadores que no podés desperdiciar cuando presentan la mejor versión de ellos mismos. Porque lo metés en el campo de juego para que arme tremendo barullo, que lo que hace en cancha ni siquiera lo podés imaginar a la hora de hacer el cambio. Porque en definitiva, el encuentro terminó igualado, cuando en un pasaje del mismo estabas más que perdido en el fondo del mar.

Por eso, uno deberá buscar el análisis que más le crea conveniente a este encuentro entre Vélez y Boca. Quizás tenga mucho que ver la combinación de ambos. A lo mejor, es la confirmación de un Vélez al que lo respetan cada vez más, que al encontrar la igualdad agónica, Alves lo mandó a sentar a Mouche que iba a entrar para meterlo a Rosada a cuidar el empate. A Vélez lo respetan y nadie se atreve a irritarlo. Hoy Boca fue víctima de eso, aunque al final salió más vivo de lo que se imaginaba de Liniers.

Más allá del debate de la pérdida o ganancia de puntos, por acá nos gusta quedarnos con la imagen de un Vélez como el de esta noche. El que ataca y es capaz de dar más páginas a un libro de épicas hazañas de un tiempo a esta parte. Un Vélez que deberá corregir grandes cosas cuando defiende; pero lo que nunca deberá perder o modificar, es el sagrado corazón que lo mantiene vivo.

Carlos Alberto Martino.

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