Santiago de Chile, Miércoles 17 de marzo de 2010.
(Prensa Vélez Sarsfield – Estadio Monumental de Santiago)
Con esa muletilla de “heroico” que le cabe a cualquier encuentro de estas dimensiones y características. Con ese grado alto de adrenalina contenida que sobre el final desborda incontrolable inundando todo. Con esa personalidad única de tener tatuada en el pecho una V más firme que nunca, para hacer valer la condición de candidato y de grande. Aquí o allá… no importa donde sea. Vélez siempre es Vélez y eso es sinónimo de orgullo.
Porque si bien fue preso durante todo el encuentro (salvo pasados dos de los tres minutos del descuento) de sus errores; supo como darle sentido a un resultado que injustamente se escurría entre los dedos; dejando además, un sabor muy amargo. Porque le bastó con ser claramente superior al local, este equipo de Hugo Tocalli que mostró aristas dubitativas y para nada arriesgado. Porque en base a esa superioridad, dominó y manejó el encuentro hasta que Carlos Amarilla le mostró dos de su apellido al Chapa Zapata (quien tuvo una muy buena labor), supuestamente por subirle el tono de voz. Porque no se cayó al quedar con uno menos, no para nada; fue por más aunque tres minutos más tarde una doble desinteligencia en el fondo le pintaba un panorama caótico cuando Paredes se iba mano a mano hacia Montoya, lo eludía y ponía sin haber hecho mucho (casi nada) a su equipo en ventaja. Peor no podía ser a esa altura del encuentro el panorama para Vélez.
Pero este Vélez sabe de aparecer en las difíciles; y si bien aún le falta mucho de solidez defensiva de aquel equipo que se coronó campeón en el Clausura 09, se vistió de aquel heroico plantel que revertía situaciones por más imposibles que parecieran.
Para hacerlo necesito de varios ingredientes. Tenerlo a Santiago Silva. Sin dudas el momento por el que atraviesa el delantero uruguayo es superlativo, una prolongación mejorada de ese que fue goleador local y campeón con Banfield. Porque no es casualidad verlo entrar al vestuario extenuado, sin una gota más de sudor por derramar. Porque lucha todas y a esos generosos jugadores, el fútbol le da premio. Y vaya qué premio. Correte Papa, ahí va su enroscado zurdazo a clavarse lejos del arquero Prieto. Vení Domínguez festejalo conmigo, con todo Vélez. Tenerlo a Silva en el plantel es el arma letal con la que sueñan Bin Laden y compañía. Dinamita pura.
Contar también con las piernas infatigables y la experiencia de Fabián Cubero y Leandro Somoza. El Poroto para estar enchufado a full con el partido, para trabar todas e intentar jugar. El Flaco para ser dueño del medio juego y ser verticalmente peligroso.
Porque también lo tiene al Burrito Juan Manuel Martínez, cosecha 2010; en su punto máximo de maduración. Le siente el gusto a esto de ser importante, de entrar para cambiar las cosas. Y mire si las cambias. En un par de minutos armó tremendo revuelo en el fondo albo y fue parte del toque a Silva en el gol. La mejor versión del Burrito por suerte se consigue en Vélez.
Porque este equipo da orgullo. Porque no se da por vencido. Porque tiene que aprender, pero tiene unos huevos terribles. Porque es la envidia de muchos. Porque tiene el mejor plantel y comienza a creérselo. Porque aún sin tener la liga de su lado, no abandona su empresa de ir siempre para adelante.
Porque este equipo de Ricardo Gareca está para cosas muy importantes. Siempre con esas dosis de dramatismo indispensable y made in Liniers.
Porque justifica el por qué de la candidatura que se le otorga a levantar la Libertadores. Porque no lo pueden detener; por lo menos eso es lo que nos demuestran estos verdaderos hombres.
Porque tiene errores, pero demuestra que esos errores parten de una condición natural, pero que sirven para fortalecerlo. Porque errar es humano y empatar un partido de esta forma, es sin dudas, de campeón.
(Prensa Vélez Sarsfield – Estadio Monumental de Santiago)
Con esa muletilla de “heroico” que le cabe a cualquier encuentro de estas dimensiones y características. Con ese grado alto de adrenalina contenida que sobre el final desborda incontrolable inundando todo. Con esa personalidad única de tener tatuada en el pecho una V más firme que nunca, para hacer valer la condición de candidato y de grande. Aquí o allá… no importa donde sea. Vélez siempre es Vélez y eso es sinónimo de orgullo.
Porque si bien fue preso durante todo el encuentro (salvo pasados dos de los tres minutos del descuento) de sus errores; supo como darle sentido a un resultado que injustamente se escurría entre los dedos; dejando además, un sabor muy amargo. Porque le bastó con ser claramente superior al local, este equipo de Hugo Tocalli que mostró aristas dubitativas y para nada arriesgado. Porque en base a esa superioridad, dominó y manejó el encuentro hasta que Carlos Amarilla le mostró dos de su apellido al Chapa Zapata (quien tuvo una muy buena labor), supuestamente por subirle el tono de voz. Porque no se cayó al quedar con uno menos, no para nada; fue por más aunque tres minutos más tarde una doble desinteligencia en el fondo le pintaba un panorama caótico cuando Paredes se iba mano a mano hacia Montoya, lo eludía y ponía sin haber hecho mucho (casi nada) a su equipo en ventaja. Peor no podía ser a esa altura del encuentro el panorama para Vélez.
Pero este Vélez sabe de aparecer en las difíciles; y si bien aún le falta mucho de solidez defensiva de aquel equipo que se coronó campeón en el Clausura 09, se vistió de aquel heroico plantel que revertía situaciones por más imposibles que parecieran.
Para hacerlo necesito de varios ingredientes. Tenerlo a Santiago Silva. Sin dudas el momento por el que atraviesa el delantero uruguayo es superlativo, una prolongación mejorada de ese que fue goleador local y campeón con Banfield. Porque no es casualidad verlo entrar al vestuario extenuado, sin una gota más de sudor por derramar. Porque lucha todas y a esos generosos jugadores, el fútbol le da premio. Y vaya qué premio. Correte Papa, ahí va su enroscado zurdazo a clavarse lejos del arquero Prieto. Vení Domínguez festejalo conmigo, con todo Vélez. Tenerlo a Silva en el plantel es el arma letal con la que sueñan Bin Laden y compañía. Dinamita pura.
Contar también con las piernas infatigables y la experiencia de Fabián Cubero y Leandro Somoza. El Poroto para estar enchufado a full con el partido, para trabar todas e intentar jugar. El Flaco para ser dueño del medio juego y ser verticalmente peligroso.
Porque también lo tiene al Burrito Juan Manuel Martínez, cosecha 2010; en su punto máximo de maduración. Le siente el gusto a esto de ser importante, de entrar para cambiar las cosas. Y mire si las cambias. En un par de minutos armó tremendo revuelo en el fondo albo y fue parte del toque a Silva en el gol. La mejor versión del Burrito por suerte se consigue en Vélez.
Porque este equipo da orgullo. Porque no se da por vencido. Porque tiene que aprender, pero tiene unos huevos terribles. Porque es la envidia de muchos. Porque tiene el mejor plantel y comienza a creérselo. Porque aún sin tener la liga de su lado, no abandona su empresa de ir siempre para adelante.
Porque este equipo de Ricardo Gareca está para cosas muy importantes. Siempre con esas dosis de dramatismo indispensable y made in Liniers.
Porque justifica el por qué de la candidatura que se le otorga a levantar la Libertadores. Porque no lo pueden detener; por lo menos eso es lo que nos demuestran estos verdaderos hombres.
Porque tiene errores, pero demuestra que esos errores parten de una condición natural, pero que sirven para fortalecerlo. Porque errar es humano y empatar un partido de esta forma, es sin dudas, de campeón.
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