Buenos Aires, Domingo 2 de noviembre de 2008.
(Prensa Vélez – Estadio Juan Domingo Perón).
El encuentro frente a Racing se presentaba para Vélez, como esas chances únicas de tantas cosas que son preferiblemente recomendables no desperdiciar. Mucho más acentuada esta afirmación, cuando las radios traían un grito de gol desde La Ribera; que además de ponerle pimienta al campeonato, le servía en bandeja al conjunto de Hugo Tocalli el manjar de aquellos puntos desperdiciados para acortar distancias con la cima y reconciliarse en una cita romántica con la ilusión.
Con la duda resuelta sobre el reemplazante de Leandro Somoza, ya que en la planilla de la formación Fabián Cubero no sólo se ubicaba como volante central sino que también se ajustaba el brazalete de capitán debajo del brazo. Y no desentonó el Poroto. Sin la calidad exquisita del León de Vélez; el Poroto peló todo su oficio para hacerse dueño del medio campo y en muchos momentos ser el termómetro de un equipo, que por pasajes del partido (sobretodo en el primer tiempo) pareció afiebrado. A su lado se vio un poco activo Zapata, de quien se esperaba mucho más en la generación de juego de un Vélez al que le cuesta llegar al arco rival.
Parecía en el arranque que el conjunto de Tocalli no sentía la ausencia de Somoza, porque aprovechaba el adelantamiento de los laterales y la rapidez de Cristaldo en ataque. Sin embargo, con el correr de los primeros minutos de juego Racing se adelantó en el campo y sin brillar se hizo dueño del período de arranque del encuentro. Con la rapidez de Moralez que complicó a todo el fondo velezano, pintando de amarillo a Cubero y más tarde a Emiliano Papa. Vélez se mostraba como un equipo tímido que se desdoblaba en el fondo pero que de mitad de cancha para adelante tenía una falta importante de ideas. Solamente el despliegue de Nicolás Cabrera sobre el sector derecho justificaba alguna emoción e ilusión de peligro en la tarde calurosa de Avellaneda.
El complemento mostró una cara de Vélez totalmente distante y distinta de lo que se pareció al comienzo. Mucho más adelantado en el campo de juego, comenzó a manipular las acciones del juego, con un toqueteo de pelota importante en el que sobresalió mucho más el trabajo de Cabrera, que para esa altura ya se había convertido en la figura de Vélez. Pero hay algo que este equipo padece, y precisamente no fue la ausencia de Somoza. Vélez sufre de ausencia del arco rival y cada partido se le vuelve cuesta arriba. Si bien sumó tres llegadas claras con las que podía haber desnivelado definitivamente el encuentro, sus puntas juegan lejos del área rival y eso lo termina pagando en la puntada final. Ni siquiera puede fabricarse la fortuna como el gol de Riquelme a San Lorenzo (ese mismo que te daba la ilusión), porque obliga poco al rival a equivocarse; porque intenta de lejos y desde lejos no suele verse las cosas con exactitud. Solamente con el ingreso de Roberto Nanni ganó peso específico en el área rival y la inquietud de las más claras del encuentro; con una del largo delantero y otra de Juan Manuel Martínez que se fueron lamiendo el palo de un Migliore que sólo podía lamentarse.
Vélez se quedó con ganas de más, con el sabor en el paladar de que podría haber arriesgado quizás algo más en el juego para llevarse el premio; esa jugada ganadora que haga saltar la banca. Sin embargo, se vuelve inapetente y deja el plato a medias pudrirse en la mesa; cuando la oportunidad de descontar en grande se hace pequeña. Asimismo, demostró que algo aprendió de los golpes y no le permite al rival que le falte el respeto, que le haga pasar el ridículo y que lo deje con las manos vacías. Encontró una buena seguridad defensiva con la prestancia de Marco Torsiglieri y la confianza de un Marcelo Barovero que dio mucho más que seguridad en el Juan Domingo Perón.
Estaba todo dado para terminar de prenderse definitivamente en la lucha justo en la cuenta regresiva por el Apertura, pero Vélez sigue llegando tarde a la cita.San Lorenzo comenzó a perder los puntos que parecían indescontables y Vélez no puede sumar los suyos que son vitales. Hoy curiosamente y por estas cosas que tiene el fútbol, todavía no está afuera ya que son sólo dos partidos lo que lo separa de los líderes por más que estos sean tres, y otros tantos equipos estén por encima suyo.
Carlos Alberto Martino.
(Prensa Vélez – Estadio Juan Domingo Perón).
El encuentro frente a Racing se presentaba para Vélez, como esas chances únicas de tantas cosas que son preferiblemente recomendables no desperdiciar. Mucho más acentuada esta afirmación, cuando las radios traían un grito de gol desde La Ribera; que además de ponerle pimienta al campeonato, le servía en bandeja al conjunto de Hugo Tocalli el manjar de aquellos puntos desperdiciados para acortar distancias con la cima y reconciliarse en una cita romántica con la ilusión.
Con la duda resuelta sobre el reemplazante de Leandro Somoza, ya que en la planilla de la formación Fabián Cubero no sólo se ubicaba como volante central sino que también se ajustaba el brazalete de capitán debajo del brazo. Y no desentonó el Poroto. Sin la calidad exquisita del León de Vélez; el Poroto peló todo su oficio para hacerse dueño del medio campo y en muchos momentos ser el termómetro de un equipo, que por pasajes del partido (sobretodo en el primer tiempo) pareció afiebrado. A su lado se vio un poco activo Zapata, de quien se esperaba mucho más en la generación de juego de un Vélez al que le cuesta llegar al arco rival.
Parecía en el arranque que el conjunto de Tocalli no sentía la ausencia de Somoza, porque aprovechaba el adelantamiento de los laterales y la rapidez de Cristaldo en ataque. Sin embargo, con el correr de los primeros minutos de juego Racing se adelantó en el campo y sin brillar se hizo dueño del período de arranque del encuentro. Con la rapidez de Moralez que complicó a todo el fondo velezano, pintando de amarillo a Cubero y más tarde a Emiliano Papa. Vélez se mostraba como un equipo tímido que se desdoblaba en el fondo pero que de mitad de cancha para adelante tenía una falta importante de ideas. Solamente el despliegue de Nicolás Cabrera sobre el sector derecho justificaba alguna emoción e ilusión de peligro en la tarde calurosa de Avellaneda.
El complemento mostró una cara de Vélez totalmente distante y distinta de lo que se pareció al comienzo. Mucho más adelantado en el campo de juego, comenzó a manipular las acciones del juego, con un toqueteo de pelota importante en el que sobresalió mucho más el trabajo de Cabrera, que para esa altura ya se había convertido en la figura de Vélez. Pero hay algo que este equipo padece, y precisamente no fue la ausencia de Somoza. Vélez sufre de ausencia del arco rival y cada partido se le vuelve cuesta arriba. Si bien sumó tres llegadas claras con las que podía haber desnivelado definitivamente el encuentro, sus puntas juegan lejos del área rival y eso lo termina pagando en la puntada final. Ni siquiera puede fabricarse la fortuna como el gol de Riquelme a San Lorenzo (ese mismo que te daba la ilusión), porque obliga poco al rival a equivocarse; porque intenta de lejos y desde lejos no suele verse las cosas con exactitud. Solamente con el ingreso de Roberto Nanni ganó peso específico en el área rival y la inquietud de las más claras del encuentro; con una del largo delantero y otra de Juan Manuel Martínez que se fueron lamiendo el palo de un Migliore que sólo podía lamentarse.
Vélez se quedó con ganas de más, con el sabor en el paladar de que podría haber arriesgado quizás algo más en el juego para llevarse el premio; esa jugada ganadora que haga saltar la banca. Sin embargo, se vuelve inapetente y deja el plato a medias pudrirse en la mesa; cuando la oportunidad de descontar en grande se hace pequeña. Asimismo, demostró que algo aprendió de los golpes y no le permite al rival que le falte el respeto, que le haga pasar el ridículo y que lo deje con las manos vacías. Encontró una buena seguridad defensiva con la prestancia de Marco Torsiglieri y la confianza de un Marcelo Barovero que dio mucho más que seguridad en el Juan Domingo Perón.
Estaba todo dado para terminar de prenderse definitivamente en la lucha justo en la cuenta regresiva por el Apertura, pero Vélez sigue llegando tarde a la cita.San Lorenzo comenzó a perder los puntos que parecían indescontables y Vélez no puede sumar los suyos que son vitales. Hoy curiosamente y por estas cosas que tiene el fútbol, todavía no está afuera ya que son sólo dos partidos lo que lo separa de los líderes por más que estos sean tres, y otros tantos equipos estén por encima suyo.
Carlos Alberto Martino.
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