De esas cosas uno nunca se olvidar. Porque jugué mucho años en ese puesto". Durante la previa, Fabián Cubero presagiaba que su idoneidad para jugar en su posición natural no se había extinguido por el fruto de la experiencia y las vacaciones en otros puestos. Y ayer, los hechos revitalizaron sus palabras. Cubero volvió a estacionarse de cinco tapón, volvió a plantarse de volante central clásico. Cortó, friccionó, se peleó, guapeó, gritó, ordenó y volvió a cortar. Impuso protagonismo y contagió voluntades. Y se prestó fiel a la histórica naturaleza del puesto: pegar. Maxi Morález padeció la anestesia del típico volante central, cuando el dulce Poroto lo atendió para cortar un potencial avance de gol racinguista. A los 34 del primer tiempo, lo vistieron de amarillo por aquella falta. Y no quedó ahí el tema: protestó ampulosamente una patada previa de Zuculini. En módicas palabras, ayer Cubero se hizo notar. Tal como el puesto reclama. Y por más que haya ofrecido su versatilidad para ocupar otras vacantes (en el Apertura ya jugó de líbero, de primer stopper y de lateral por derecha), su esencia de 5 clásico no varió.
"Me debo disfrazar de mí mismo. Leandro es un buen jugador y tiene sus virtudes, pero yo también tengo las mías". Como si hubiese sido un presagio, antes de este partido el Poroto le contaba a Olé que su intención no era emularlo a Somoza. Y a pesar de que ayer fue Cubero en su máxima expresión, merodeaba por el círculo central una sombra con melena de León. No sólo porque haya heredado esa cinta de capitán naranja fluor, sino porque también copió esas patriadas copyright Somoza.
Ayer, Cubero fue Cubero, con garras de León...
Fuente: Diario Olé.-
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