Venció 2-0 a las Chivas, en Liniers, pero fue eliminado porque no pudo remontar el 3-0 que le propinaron en Guadalajara. Silva, en el arranque, y Zárate, en el final, hicieron los goles del equipo de Gareca, que buscó durante todo el partido, pero no supo capitalizar las chances para lograr la hazaña.
Tan cerca, tan lejos. Esa pelota que llovió sobre el arco de Sánchez y que el arquero despejó al córner con lo justo se llevó la última ilusión y le dio la última pincelada a la noche triste que vivió Vélez. Porque el equipo de Gareca dejó el ama en la cancha para dar vuelta la pesada desventaja que había traído de México pero por errores propios, por virtudes y fortuna ajena, ganó 2-0 y se quedó con las manos vacías. Fuera de la Copa demasiado pronto y sin chances en el torneo local. Justo en el año de su centenario, que había arrancado con tantas expectativas.
Desde el minuto cero Vélez hizo lo que tenía que hacer: buscar un gol de entrada. Y lo hizo con todo, con corazón, con vergüenza y desesperación. Se notó que al equipo el 0-3 de siete días antes en Guadalajara le había tocado el amor propio.
Como querían Gareca, sus jugadores y los hinchas, ese primer gol llegó enseguida. A los 3 minutos Moralez sacó un centro desde la izquierda y Silva saltó muy cómodo cerca del área chica para vencer de cabeza a Sánchez.
Pero este Vélez de anoche tenía tanto hambre que el gol no frenó su agresividad ofensiva. López estaba muy activo. Silva también participaba constantemente de los ataques y desplegaba su potencia y su inteligencia de goleador. Moralez, si bien pecó por imprecisión en un par de definiciones, pedía siempre la pelota y la usaba para provocar desequilibrios. Somoza probó varias veces de media distancia. Desentonaba Zapata, demasiado impreciso.
Es cierto, tal vez Vélez debió tranquilizarse un poco más con el 1-0, tal vez le puso mucho vértigo al juego. Tan cierto como que, si en México como que en el primer tiempo tuvo una decena de chances claras de aumentar. Lo exigió Silva a Sánchez con un remate bajo desde afuera; volvió a lucirse el arquero en un derechazo de media distancia de López; Silva cabeceó en el área chica y la pelota fue a manos de Sánchez. En una media tijera a quemarropa de Otamendi la pelota dio en la cara del arquero. Además de una buena actuación, Liborio Sánchez tuvo a la fortuna de su parte. Por eso Vélez no pudo irse al descanso con más ventaja.
Algo más sobre el arquero mexicano aprovechó cada oportunidad que tuvo para tirarse al piso y fue el líder de su equipo en la estrategia, aplicada desde el comienzo, de perder tiempo y congelar el partido.
Pese a los riesgos que tomó el equipo local, Chivas no inquietó demasiado a Barovero. Recién cuando se jugaba el alargue del primer tiempo un remate de Mejía y un cabezazo de Reynoso exigieron al arquero de Vélez.
En el segundo tiempo Vélez, tal vez como producto de los nervios, Vélez ya no fue tan claro. La entrada de Martínez ilusionó a los hinchas, pero Vélez se equivocó porque no en lugar de buscar el desborde por los costados insistió con los centros.
Los problemas para el equipo de Gareca se agravaron con la lesión de Moralez; con su salida, Vélez perdió casi toda claridad en el ataque, y así volvió a mostrar esos desajustes en los últimos metros que le causaron muchos problemas en este año.
Vélez terminó jugando con cuatro delanteros y entregó lo último que tenía. Sánchez se equivocó, Zárate hizo el segundo de cabeza y la ilusión ya casi apagada volvió a encender la esperanza. Pero no pudo ser.
Fuente: Diario Clarín.-
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Hace 2 años
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