Vélez tuvo que transpirar y laburar demasiado la clasificación a la Copa Sudamericana del próximo semestre en el empate sin goles ante Central en Rosario. Además, aprovechó la mano del Rojo que le ganó a Lanús. El Fortín fue más pero no supo definirlo.
Buenos Aires, Sábado 15 de mayo de 2010.
(Prensa Vélez Sarsfield – Estadio Gigante de Arroyito).
Quizás sea tarde para buscar un análisis profundo a la cosa. Lo importante para destacar, es que Vélez pudo por primera vez en el semestre y sobre el final del mismo, cumplir con uno de los objetivos que se trazó ante la caída misma de horizontes por descubrir. ¿Si tuvo que sufrir? Pero por supuesto. A Vélez nada le sale regalado y mucho menos cuando viene torcido. Pero ya es una realidad, el Fortín se va al descanso en la mitad del año con la certeza de haber sacado boleto directo a la Copa Sudamericana 2010; esa copa que tanto le coquetea y se le vuelve esquiva al mismo tiempo.
Porque también tuvo que sufrir durante noventa minutos en Rosario para poder considerarse dentro de la competencia. Encima, no sólo su suerte corría por lo que sucedía in situ; tenía una oreja puesta en lo que le traían las noticias de la distante Avellaneda por ese entonces, con los por menores del duelo entre Independiente y Lanús (el otro posible viajante que buscaba su ticket de paseo).
Luciendo la fantástica pilcha tricolor (esa que algunos tildan de mufa), el Fortín saltó con todos sus titulares (excepto el lesionado Somoza) para intentar mantener la ventaja con el Granate que le permitiese disputar el segundo trofeo continental del año. En frente, estaba el Rosario Central de Leonardo Madelón que por esas horas ya conocía a su rival en suerte (All Boys) para la Promoción y antes ya guardaba a sus mejores hombres para dicho encuentro.
Sin embargo, nada fue simplificadamente fácil para Vélez. No, señor. Si bien el equipo de Ricardo Gareca salió a ser protagonista desde el primer minuto de juego y generó las mejores de entrada; con el correr de los minutos le fue cediendo terreno y balón a los juveniles canallas que intentaban vulnerar la valla de Germán Montoya. Vélez dispuso de cuatro jugadas muy claras en los primeros cuarenta y cinco minutos de juego. Un cabezazo de un muy activo Hernán Rodrigo López que quiso agarrar a todos a contrapierna, salvo a Guillermo Burdisso que sacó el balón de la línea. Luego lo tuvo Silva con un fuerte remate que tapó el uruguayo Bava, dejando el rebote a su compatriota y rival López que sorprendido no pudo dominar el esférico. Un remate de Zapata que buscaba ángulo y que la mano de Bava terminó desviando al córner. La última de Otamendi tras una jugada sucia de córner a la que le puso la rodilla para que la pelota se vaya cerca del palo derecho del portero canalla. A todo esto, Central preocupaba con remates tímidos de media distancia que poco molestaban a Montoya. Mientras, en Avellaneda, Salcedo le abría demasiado el pie a un penal mal cobrado, que fiel a su ley fue errado. En cero allá; en cero acá también.
Para el complemento la historia iba a ser la misma. Con un Vélez insistiendo con el juego asociado de Emiliano Papa (muy buen despligue), Víctor Zapata y Maximiliano Moralez. Lo tuvo en dos pelotas paradas pero en ambas el balón buscó la mano del portero. Central ya preocupaba de contra y tuvo dos remates calcados de media distancia de Jonatan Gómez y otro de Zelaya que se fueron cerca y pidiendo permiso.
Gareca intentó frescura con los ingresos de Ricardo Álvarez y Juan Manuel Martínez; pero poco resultó. Los dos cayeron en el barullo del juego y si bien fueron punzantemente peligrosos; con la misma intensidad se diluyeron minuto a minuto. Para colmo, Montoya chocó con un rival y quedó lesionado para ser reemplazado minutos más tarde por Marcelo Barovero.
Al final Vélez fue más intención de querer ganarlo que chances concretas de poder hacerlo; ante un Central que se dedicaba a defender todo como si estuviese jugando por adelantado el partido que tendrá en la semana por la permanencia en primera. Por allí quedará la duda de la supuesta falta que recibió el Ro-Ro ante la salida del arquero de la escuadra rosarina. Antes del final en Rosario, en el Libertadores de América, Ignacio Piatti le hacía un guiño a Vélez que pudo terminar empatando el partido sabiéndose dentro de la Sudamericana. Independiente le ganaba a Lanús y con el punto en Rosario, el Fortín se metía en la copa cumpliendo el objetivo que seguía en pie en este semestre; demostrando que para alcanzar lo que se plentea tiene que sudar y sudar de lo lindo.
Punto final a la historia. Cierre de un semestre que aspiraba a mucho más y que se conforma con las migajas pensando en la chance perdida de la Libertadores, ante una clasificación que ilusiona a futuro. Vélez se despidió del Clausura perseguido por los mismos fantasmas de cada fecha. Tiempo de descanso. Tiempo de volver a ser.
Carlos Alberto Martino.
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Hace 2 años
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