Vélez lo ganaba bien desde el arranque con una soberbia definición y actuación de la nueva joyita de inferiores, Ricardo Álvarez. Pero una vez más pecó de no liquidar el encuentro, lo esperó demasiado a River que con poco y un gol de Buonanotte lo dio vuelta.
Buenos Aires, Viernes 30 de abril de 2010.
(Prensa Vélez Sarsfield – Estadio Antonio V. Liberti)
Cuando la suerte viene torcida, quebrada, endeble; te pasan cosas como estas. Eso evidenció una vez más el encuentro que disputó en la noche otoñal del último día de abril el equipo casi juvenil de Vélez Sarsfield ante un River Plate navegante en nebulosas zonas de promedios ajustados.
Porque ni siquiera ese gol tempranero, vigoroso y desfachatado de la “Joyita” Álvarez; sirvió como para despejar de una vez por todas los fantasmas que rondan al asecho por el barrio de Liniers y por donde vaya el club a jugar su suerte. Porque no alcanza, pareciera, hacer bien las cosas durante gran parte del encuentro; al mínimo descuido, al menor margen de error, este Vélez lo paga caro. Ahí encuentra justificativo el desenlace del encuentro que tuvo como héroe y dueño de todas las tapas al diminuto Buonanotte.
Porque Vélez supo ser un equipo inteligente y compacto durante gran parte del encuentro. Porque estos pibes no acusaron factura del traspiés durísimo de Copa de hace unos días. Porque habían salido al césped del Monumental con la idea fija en su objetivo: sumar de a tres para ver más de cerca el encuentro ante Independiente en el debut de la Copa Sudamericana 2010. Porque no basta con las buenas intenciones si no te sostenés de pie los noventa minutos. Vélez paga caro cualquier mínimo resquicio de duda. La tabla no miente.
El Fortín se encontró rápido con la ventaja en el marcador. Tras un exquisito pase del Bebu Velázquez y previo a una gran corrida de Ricky Álvarez, llegó el primer grito de la noche y era para Vélez. Álvarez le ganó con la punta del calzado a todos y salía festejando su primer gol en el fútbol grande de la Argentina. Pavada de logro para este pibe que no para de sorprender.
Porque en la “Joyita” estuvo el fútbol de este Vélez. En su suela se gestaron las mejores situaciones de un primer tiempo que Vélez supo controlar dejándole la pelota a un River pobre y cuidando el arco defendido por Germán Montoya, para luego salir de contra con la rapidez de Cabrera, Velázquez y el propio Álvarez. Porque Ricky es la desfachatez que necesita el equipo en momentos donde la pelota quema por resultados esquivos. Este pibe tiene mucho para dar y estos partidos son su mejor fogueo.
Pero Vélez pecó una vez más de desatenciones producto de la insistencia del rival. Porque con el tiempo cumplido, Ortega se movió libre para ponerle un pase delicioso a Paulo Ferrari, que la dominó en el área grande (pegado a la menor) y lo enfrentó a un Montoya que dudó en salir de arranque. River encontraba la igualdad en el cierre de la primera parte y le daba vida. Vélez recibía el golpe.
Para el complemento la historia fue la misma con River ejerciendo la tenencia de la pelota y Vélez saliendo de contra. El Millonario agotó rápido sus chances y de a poco el Fortín comenzó a crecer, pero con pocas ideas. Porque en el desgaste del ida y vuelta, Álvarez dejó lo mejor y se apagó. Con él se apagó Vélez. Ni siquiera el ingreso de Cristaldo le aportó velocidad en la última línea al equipo.
Pero River tuvo una más, producto de la esquiva fortuna de Vélez. Tras un mal cierre de Olivera, Villagra mandó un centro al área y luego de la llegada tarde de Lima, el ingresado Buonanotte no tuvo más que batir a un Montoya que nada pudo hacer. Premio para River que se animó a un poco más. Castigo para un Vélez que no supo cerrar el partido y que es perseguido por una mufa nefasta.
De todas formas, el objetivo de copas se mantiene vivo. Quedan dos finales que no se pueden escapar para seguir copados año tras año en una fiel costumbre. Antes, hay un encuentro muy decisivo el martes, con sucursal en la hazaña. Ahí Vélez no podrá seguir preso de sus mismos demonios.
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Hace 2 años
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