"Casi todo Vélez Sarsfield era un enorme potrero, una sola y descuidada cancha de fútbol. Un día nos refugiamos de la lluvia en el túnel de la estación y resolvimos fundar un club de veras". Nicolás Marín Moreno, uno de los fundadores del club y dueño aquellas palabras, estaría orgullo de ver hoy lo es el club que él creó junto a Julio Guglielmone y Martín Portillo hace 100 años. Un canchita que terminó siendo un estadio mundialista, con una lujosa Villa Olímpica de concentración, con un complejo de pileta sensacional y una vida social poderosa y ejemplar. Y, claro, con muchas estrellas colgando y una mística ganadora... Hemos pasado por muchas situaciones, desde un descenso hasta llegar a ser campeones del mundo. Siempre siguiendo una línea, la que nos marcó José Amalfitani. Don Pepe fue uno de los principales artífices de esta obra. Su grandeza, honradez, honestidad y amor fue fundamental para que Vélez sea en el presente una de las mejores instituciones de la Argentina. El puso sus propias manos y sacó plata de su bolsillo en la construcción del estadio. Vaya el reconocimiento a él, que laburó con un objetivo desinteresado: hacer a Vélez cada día más grande cuando el equipo se fue a la B, las deudas eran exorbitante y el contrato de la cancha había llegado a su fin. ''Yo no he venido al funeral de Vélez Sarsfield. ¡Mientras haya 10 socios, el club sigue en pie!'', enfatizó Amalfitani cuando el club pedía ayuda a gritos, y cumplió con sus palabras. El recuerdo de Amalfitani perdura en el alma de cada velezano por siempre, porque, sin él, vaya uno a saber qué hubiera sido de la vida de Vélez. Y el camino de Vélez continuó siendo a base de trabajo y sacrificio. Y los tan esperados días de gloria fueron llegando... El campeonato del 68, que técnicamente lo dirigió Giúdice y futbolísticamente los condujo "el famoso cordobés" Wilington. Hubo que tener paciencia para volver a gritar "campeón", pero lo conseguimos en el 93, con Carlitos Bianchi empezando a demostrar su amor por el Fortín y su gran capacidad triunfalista. Después, bueno, después atravesamos la aventura de la Copa Libertadores, dimos la vuelta en el Morumbí y el mundo empezaba a preguntar por ese equipo de Liniers que iba por la hazaña en Japón, contra el poderoso Milan. Y otra epopeya, señores. El mundo se rendía a los pies de Vélez. El barrio se iluminaba por ese acto heroico que el país aplaudía y veneraba. Amalfitani, Victorio Spinetto y tantos otros fortineros de ley gozaban desde el cielo. Y fueron llegando más títulos con otros entrenadores para terminar con esos envidiosos que decían: "Vélez, sin Bianchi, no gana más". Pasaron Osvaldo Piazza, Marcelo Bielsa (el Loco que nos enseñó que la insensatez era nuestra y no suya), Miguel Angel Russo y Ricardo Gareca. Y con todos ellos el club siguió sumándole gloria a las páginas de la historia de la institución. A Vélez lo hicieron grande sus dirigentes modelos, su gente, que da todo a cambio de nada, y los planteles que vistieron esta camiseta y que dejaron gratos y magros recuerdos. Todos aportaron algo. Desde aciertos que le dieron prestigio al club hasta errores que sirvieron para aprender y seguir creciendo. Vélez se ha caído y siempre se ha levantado. A tal punto que hoy cumple 100 años vestido de galera y bastón: con una economía firme y un plantel para volver a pelear la Copa Libertadores. Este día tan soñado llegó. Y hoy te imagino ahí, feliz, festejando, cantando, derramando algunas lagrimas, en Familia, juntos, luciendo la camiseta de Vélez en el lugar en el que te encuentres. En la caravana con esos miles de hinchas, en la Costa ya de vacaciones, en alguna provincia o en el país en el que estés, o en brazos de tus papás, pero todos festejando el Centenario de Vélez, orgullosos de ser hinchas de esta institución. Que pasó de la humildad a la grandeza. Del barrio al mundo. Del barro al oro.Felices 100 Club Atlético Vélez Sarsfield.
Fuente: Diario Olé.-
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Hace 2 años
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