Buenos Aires, Sábado 21 de agosto de 2010.
(Prensa Vélez Sarsfield – Estadio José Amalfitani).
Si algo le faltaba probar a este Vélez Sarsfield del segundo semestre del año 2010, era encarar uno de esos partidos en los que, a priori, no te sale ni una. Porque luego de florearse en el debut con una supremacía tremenda ante un pálido Independiente y tras pasearse por el Islas Malvinas de Floresta con un andar arrollador; llegaba este choque en casa ante el último campeón del fútbol argentino.
Lo dijo en alguna oportunidad Maximiliano Moralez en Vélez Radio (el Programa Oficial del Fortín). “Quizás llegue algún partido en el que no juguemos bien”, señalaba por ese entonces Frasquito por el aire de Splendid. Pero este Vélez se encarga de dilapidar las pruebas que le planta el Torneo Apertura por delante con una seguridad arrolladora.
Porque fue desde el principio un partido raro, complicado. Porque Argentinos Juniors lejos de suicidarse con una línea de tres en el fondo; fue mucho más preocupante (pero para el rival) esos tres hombres de punta que le puso en campo velezano con Franco Niell, Gonzalo Vargas y Nicolás Blandi. Porque con la inquietante presencia de alguno de estos tres por las bandas, Emiliano Papa no podía irse y Augusto Fernández perdía en el tandem Sergio Escudero Santiago Gentiletti. Ni que hablar de la presión que ejercieron en el centro Juan Mercier y Germán Basualdo, casi llevando a la equivocación una y otra a vez a los dos que tenían en frente, Leandro Somoza y Víctor Zapata.
En el arranque de un partido malo, Argentinos maniataba a Vélez y lo llevaba a su terreno. Un camino siniestro y mal jugado, donde primaba el topetazo, la pierna fuerte desmedida y el fastidio de cada jugador del Fortín; intensificado por el pasivo “siga… siga” de un Rafael Furchi cada día más soberbio para dirigir.
Fastidioso Gareca pedía claridad y despertar en el primer tiempo a un Vélez que le costaba sorprendentemente dar dos pases seguidos. Porque anulados en el juego Somoza y Zapata; con un Papa casi sin salida y el maltrato que recibía Moralez cada vez que tomaba contacto con la pelota hacían que las chances de progresar del Fortín sean casi nulas. Si se sostuvo el equipo en la seguridad defensiva de Seba Domínguez (cada vez más firme y fiel a su nivel) y de Fernando Tobio que tuvo la difícil tarea de hacer olvidar al flamante traspaso de Nicolás Otamendi al fútbol de Europa.
Patadas y más patadas, faltas y más faltas. Nada de fútbol en los primeros cuarenta y cinco minutos en la tarde soleada de Liniers. Vélez era sinónimo de imprecisión y lo pagaba caro. Una picardía.
Para el complemento, el juego iba a ser casi el mismo. Gareca había pedido mayor conexión entre sus jugadores dentro del campo de juego y era poco lo que podía congeniar sus dirigidos. Por esto, decidió acertadamente darle campo a Jonatan Cristaldo. Allí cambió el encuentro. El Churry entró con unas ganas terribles. Pensar que en la semana se lesionó y estuvo a un pelito de no estar en el banco de suplentes. Con su rapidez, rápidamente (valga la redundancia) Vélez comenzó a cambiar la cara y Argentinos también la suya por una más recia.
Tanto fue que en una pelota que flotaba en el área penal, Juan Manuel Martínez intentó dominar pero su pierna se encontró con la de Gonzalo Prósperi que impulsado por el juego violento de su equipo le cometió un grosero penal. Vélez desde la imprudencia del rival encontraba la llave del encuentro. Somoza se peleó con Silva y Moralez para ser el ejecutor y no defraudó. Su remate buscó un palo, Navarro el otro y a gritar.
Todo lo que habían grabado las cámaras hasta ese minuto 25 del complemento parecían de otro partido. Con la tranquilidad de la ventaja, los dirigidos por Gareca sacaron el oficio y el jogo bonito, para enhebrar una y otra vez jugadas a un toque que desprendieron el “ole… ole” desde las gradas velezanas. Pareciera que todo lo malo que le tocó pasar a Vélez durante la mayor parte del encuentro, eran un mal sueño de pasado. Cada jugada llevaba en sí una carga fantástica de adrenalina que reavivó el fuego del partido como nunca.
Lo tuvo Cristaldo con un potente remate que pedía ángulo mientras Nico Navarro metía la mano y la mandaba al córner. Vélez merodeaba el segundo y fue el mismo Cristaldo quien peinó un córner de Papa, para habilitar a Santiago Silva que como todo goleador fue visitado por el balón dentro del área y no tuvo más que tomarse el tiempo necesario para acomodarse y despachar su remate entre las piernas de Navarro. Vélez justificaba en el marcador lo bueno que empezó a hacer desde los 25 del segundo. Vélez se trepaba a lo más alto del Apertura.
Argentinos terminó con diez jugadores porque Furchi no quiso dejar una cifra de expulsados para la historia. Una y otra vez ante el toqueteo de los jugadores de Vélez, los de Argentinos respondieron con codazos, patadones y faltas desmedidas. Al punto que Santiago Gentiletti vio duchas apresurado por una falta criminal contra la figura del partido, Jonatan Cristaldo. Sin dudas, en el juego del roce; Vélez fue más bicho que el mismo Argentinos.
No me hablen de candidatos, hoy no me interesa. Solo déjenme mirar la tabla de posiciones y contemplar lo que es este cartón lleno con tres de tres, nueve de nueve. Con un Vélez que cosecha elogios en su juego y gana; pero cuando no le sale una, tampoco te deja a gamba.
Carlos Alberto Martino.
(Prensa Vélez Sarsfield – Estadio José Amalfitani).
Si algo le faltaba probar a este Vélez Sarsfield del segundo semestre del año 2010, era encarar uno de esos partidos en los que, a priori, no te sale ni una. Porque luego de florearse en el debut con una supremacía tremenda ante un pálido Independiente y tras pasearse por el Islas Malvinas de Floresta con un andar arrollador; llegaba este choque en casa ante el último campeón del fútbol argentino.
Lo dijo en alguna oportunidad Maximiliano Moralez en Vélez Radio (el Programa Oficial del Fortín). “Quizás llegue algún partido en el que no juguemos bien”, señalaba por ese entonces Frasquito por el aire de Splendid. Pero este Vélez se encarga de dilapidar las pruebas que le planta el Torneo Apertura por delante con una seguridad arrolladora.
Porque fue desde el principio un partido raro, complicado. Porque Argentinos Juniors lejos de suicidarse con una línea de tres en el fondo; fue mucho más preocupante (pero para el rival) esos tres hombres de punta que le puso en campo velezano con Franco Niell, Gonzalo Vargas y Nicolás Blandi. Porque con la inquietante presencia de alguno de estos tres por las bandas, Emiliano Papa no podía irse y Augusto Fernández perdía en el tandem Sergio Escudero Santiago Gentiletti. Ni que hablar de la presión que ejercieron en el centro Juan Mercier y Germán Basualdo, casi llevando a la equivocación una y otra a vez a los dos que tenían en frente, Leandro Somoza y Víctor Zapata.
En el arranque de un partido malo, Argentinos maniataba a Vélez y lo llevaba a su terreno. Un camino siniestro y mal jugado, donde primaba el topetazo, la pierna fuerte desmedida y el fastidio de cada jugador del Fortín; intensificado por el pasivo “siga… siga” de un Rafael Furchi cada día más soberbio para dirigir.
Fastidioso Gareca pedía claridad y despertar en el primer tiempo a un Vélez que le costaba sorprendentemente dar dos pases seguidos. Porque anulados en el juego Somoza y Zapata; con un Papa casi sin salida y el maltrato que recibía Moralez cada vez que tomaba contacto con la pelota hacían que las chances de progresar del Fortín sean casi nulas. Si se sostuvo el equipo en la seguridad defensiva de Seba Domínguez (cada vez más firme y fiel a su nivel) y de Fernando Tobio que tuvo la difícil tarea de hacer olvidar al flamante traspaso de Nicolás Otamendi al fútbol de Europa.
Patadas y más patadas, faltas y más faltas. Nada de fútbol en los primeros cuarenta y cinco minutos en la tarde soleada de Liniers. Vélez era sinónimo de imprecisión y lo pagaba caro. Una picardía.
Para el complemento, el juego iba a ser casi el mismo. Gareca había pedido mayor conexión entre sus jugadores dentro del campo de juego y era poco lo que podía congeniar sus dirigidos. Por esto, decidió acertadamente darle campo a Jonatan Cristaldo. Allí cambió el encuentro. El Churry entró con unas ganas terribles. Pensar que en la semana se lesionó y estuvo a un pelito de no estar en el banco de suplentes. Con su rapidez, rápidamente (valga la redundancia) Vélez comenzó a cambiar la cara y Argentinos también la suya por una más recia.
Tanto fue que en una pelota que flotaba en el área penal, Juan Manuel Martínez intentó dominar pero su pierna se encontró con la de Gonzalo Prósperi que impulsado por el juego violento de su equipo le cometió un grosero penal. Vélez desde la imprudencia del rival encontraba la llave del encuentro. Somoza se peleó con Silva y Moralez para ser el ejecutor y no defraudó. Su remate buscó un palo, Navarro el otro y a gritar.
Todo lo que habían grabado las cámaras hasta ese minuto 25 del complemento parecían de otro partido. Con la tranquilidad de la ventaja, los dirigidos por Gareca sacaron el oficio y el jogo bonito, para enhebrar una y otra vez jugadas a un toque que desprendieron el “ole… ole” desde las gradas velezanas. Pareciera que todo lo malo que le tocó pasar a Vélez durante la mayor parte del encuentro, eran un mal sueño de pasado. Cada jugada llevaba en sí una carga fantástica de adrenalina que reavivó el fuego del partido como nunca.
Lo tuvo Cristaldo con un potente remate que pedía ángulo mientras Nico Navarro metía la mano y la mandaba al córner. Vélez merodeaba el segundo y fue el mismo Cristaldo quien peinó un córner de Papa, para habilitar a Santiago Silva que como todo goleador fue visitado por el balón dentro del área y no tuvo más que tomarse el tiempo necesario para acomodarse y despachar su remate entre las piernas de Navarro. Vélez justificaba en el marcador lo bueno que empezó a hacer desde los 25 del segundo. Vélez se trepaba a lo más alto del Apertura.
Argentinos terminó con diez jugadores porque Furchi no quiso dejar una cifra de expulsados para la historia. Una y otra vez ante el toqueteo de los jugadores de Vélez, los de Argentinos respondieron con codazos, patadones y faltas desmedidas. Al punto que Santiago Gentiletti vio duchas apresurado por una falta criminal contra la figura del partido, Jonatan Cristaldo. Sin dudas, en el juego del roce; Vélez fue más bicho que el mismo Argentinos.
No me hablen de candidatos, hoy no me interesa. Solo déjenme mirar la tabla de posiciones y contemplar lo que es este cartón lleno con tres de tres, nueve de nueve. Con un Vélez que cosecha elogios en su juego y gana; pero cuando no le sale una, tampoco te deja a gamba.
Carlos Alberto Martino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario