La definición del Clausura se vivió a corazón abierto. Con pálpitos intensos y el único indicio de que todo lo que sucediera no podía apartarse de lo espeluznante y sorprendente. Así fue que a siete minutos del final, Maxi Moralez, con un toque sublime, le dio a Vélez el título que un segundo antes le pertenecía a Huracán. Antes, en el césped, se habían convertido goles que después fueron invalidados y se había pateado un penal que despuntaba a Gastón Monzón como un héroe circunstancial. Más allá de todo, Vélez ganó un partido de esos que forjan el temple. Una batalla que se perfilaba más para el overol que para el fútbol filarmónico.
La extravagante tarde de Liniers, en el fluir de sus acontecimientos, bien pudo asimilarse a una novela en entregas. La primera postal de asombro fue advertir que en la tribuna visitante había muchas más personas que las 4500 que ingresaron con la entrada en mano. La multitud, tanto de Vélez como de Huracán, se olvidó por unas horas que vive en un país sumido en la alerta, que hace equilibrio en el abismo que precede a una emergencia sanitaria. Hubo leyendas ocurrentes en alusión a la pandemia: "Globo, cuidate de la gripe V", ironizaba una bandera blanca con letras azules que colgaba en la platea Sur.
Pese a las recomendaciones del Gobierno, la AFA mantuvo su postura de jugar a toda costa la final. Pero lo que no pudo la gripe A, lo logró un furioso chaparrón de agua y granizo. El cielo abrió sus compuertas y el aguacero fue tan intenso que el partido se interrumpió y obligó al público a refugiarse de las piedras que caían caprichosas desde nubes oscuras y encrespadas.
El juego se detuvo por 26 minutos, aunque los imprevistos siguieron al pie de la letra con su libreto inédito. Mientras que dos personas intentaban inútilmente sacar el granizo del césped, un plateísta de Vélez se cayó al foso de agua. El barrigón con buzo de su club fue socorrido con éxito y, una vez que se reincorporó, ensayó un saludo a la tribuna como si se tratara de una estrella de rock.
Cuando la acción se retomó, el fútbol dominó la escena.Monzón, ese arquero que parece jugar tan tranquilo como si estuviera en el cine, según palabras de Angel Cappa, le atajó un penal a Hernán Rodrigo López. Por entonces, la euforia desenfrenada se manifestaba alegre en la tribuna de Huracán.
Durante el entretiempo, los jugadores descansaron, pero no así los hechos extraordinarios. Marquitos , un reconocido barra brava de Vélez, irrumpió a golpe limpio en la platea Norte. Una discusión sorda e inútil terminó a las trompadas ante la mirada pasiva de tres policías.
Los últimos 45 minutos se vivieron con mayor nerviosismo y tensión. Con el encanto de intuir que la definición se aproximaba con algún toque mágico.
El gol de Moralez avivó la polémica por el arbitraje de Gabriel Brazenas, de muy mal desempeño, permisivo y con fallas groseras y decisivas. Pero tras el festejo alocado de Maxi, brotó la versión más nefasta del ventajismo: el gerente de fútbol de Vélez, Bernardo Beker, habría escondido las pelotas con intención de ganarle minutos al reloj. Cappa se enfureció con esa actitud y casi se toman a las trompadas ante los cientos de cámaras de televisión y fotógrafos que intentaban petrificar un momento vergonzoso.
El caos se acentuó con los jugadores convulsionados y cientos de intrusos que nada tenían que hacer dentro del campo de juego. La situación lo excedió tanto a Brazenas que en un instante vio que a su lado una señora mayor crispaba aún más los ánimos incitando a los plateístas a reaccionar contra el banco de suplentes de Huracán. La mujer se llama Beba San Félix y es empleada del departamento de Relaciones Públicas del club de Liniers. Como ella, había muchas personas más.
Estos nuevos disturbios llevaron al referí a adicionar ocho minutos y prolongar la agonía de la definición. Huracán estuvo cerca de alcanzar el empate en una acción confusa e insólita en el área chica de Germán Montoya, pero el azar no acompañó al Globo.
Al final del partido lo precedió una invasión de hinchas que terminó en escándalo. Muchos fueron detenidos por la policía, pero de todos modos la celebración de los jugadores estuvo poblada de intrusos. La vuelta olímpica se pareció a una corrida de toros, con caídas, golpes y empujones. Ni siquiera el arco soportó tanta brusquedad y se quebró cuando jugadores e hinchas se subieron al travesaño impulsados por la felicidad.
La organización tomó nota del descontrol y al menos preparó como se debe la entrega del trofeo. El capitán Víctor Zapata tomó con las manos la copa del Clausura y la elevó con ímpetu, con desahogo y el gozoso placer de sentirse campeón. Sebastián Domínguez se posaba a su lado, aún con la cara ensangrentada por un proyectil que provino de la tribuna de Huracán.
La fiesta velezana continuó en los vestuarios, el nuevo escenario de los desbordes y la irracionalidad de los hinchas. La barrabrava y otros simpatizantes irrumpieron con violencia en la zona donde trabajaba la prensa. Allí, insultaron a Cappa y a los jugadores de Huracán cuando intentaban abandonar el estadio José Amalfitani. Hubo robos, corridas y se vivieron momentos de tensión con algunos periodistas. En un primer intento, la policía no pudo disipar el foco de conflicto, después resuelto con la intervención del ex presidente del club Raúl Gámez. Insólito: una orden casi imperceptible del ex dirigente bastó para que los hinchas despoblaran el pasillo y la puerta del vestuario.
La celebración recorrió las calles de Villa Luro hasta la madrugada. El pueblo velezano incorporó en los últimos años una cultura de campeón que se demuestra en la juventud de muchos de su hinchas. Vélez festejó su séptimo título local e igualó a Racing en una tarde que rayó la ciencia ficción. En una tarde que fue inolvidable.
Hubo unos 120 detenidos por invadir la cancha Cerca de 120 hinchas fueron detenidos por invadir el campo de juego y quedaron demorados en la Comisaría 44a, según informaron fuentes del Subsef. Participaron del operativo de seguridad unos 950 policías.
Por títulos, ya está entre los grandes Con su séptimo título, Vélez alcanzó a Racing entre los equipos más ganadores de la historia del fútbol argentino. Los primeros cuatro lugares los tienen River (33), Boca (23), Independiente (14) y San Lorenzo (10). Ya se metió entre los cinco grandes.
Fuente: news.Yahoo.com.ar
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