Vélez era más que Estudiantes pero seguía fallando descaradamente en la terminación de la jugada, hasta que ingresó Leandro Velázquez y tras una hermosa habilitación de Martínez, le dio el premio a un equipo que quiere soñar en grande.
Buenos Aires, Domingo 14 de septiembre de 2008.
(Prensa Vélez – Estadio José Amalfitani).
Si será caprichoso este fútbol. Dicen que lo que cuesta se saborea mucho más. Que esa lucha por conseguir lo deseado le imprime un gusto bien dulce al paladar, que se resecaba sediento de victorias.
Si será testarudo este Vélez. Un equipo que puede tener sus falencias, que puede pecar de tantas cosas; pero es un equipo que no se da por vencido, aún cuando la mano viene torcida y no le sale una.
Porque fue claro merecedor del resultado final, pero tuvo que trabajarlo tanto, aún contra sus propias limitaciones que principalmente se enmarcan en la falta de puntería a la hora de dar el último toque a la red. Vélez se queda sin carretel en los pies de López, y en los de Cristaldo también. Pero cuando el hilo parece tensarse hasta romperse, aparece la sangre nueva, joven; la que entra en ebullición tan rápido como esa escapada del Bebu que se graduó de hombre, que le hizo ganar el partido a su Vélez.
Porque Vélez lo tuvo en el arranque del partido, con una gran habilitación de Papa al Churri Cristaldo. Porque después lo intentó nuevamente Cristaldo y el balón se fue cerca. Porque generó y despilfarró llegadas como esos millonarios excéntricos que encienden cigarros con dólares. Porque tuvo que sufrir en una (Montoya le tapó una muy clara a Calderón), para nunca más pasar zozobra en su arco. Porque La fortuna, la dicha, la gracia; como quiera llamarla, se posó del lado de Vélez e hizo picar perfectamente habilitado a Velázquez para romperle el arco y la resistencia a un Estudiantes que no salió a buscar nada.
Bien por Vélez. Bien por Tocalli que confió en el juvenil Velázquez para reemplazar la falta de gol que evidenciaban los López o los Cristaldo. Porque el Bebu, ese pibe que hace unos años daba la vuelta olímpica con su quinta campeona; hoy se viste de grande para darle los tres puntos a un Vélez que lo peleó con todo, no se entregó nunca y aunque no importe el merecimiento, lo merecía.
Un Fortín que se sostiene en las espaldas de su capitán. Un Leandro Somoza que con el correr de los partidos se ha convertido en más líder que nunca y lo transmite en cada pelota que traba con el alma. Un Vélez que se hamaca con las buenas gambetas del Burrito Juan Manuel Martínez, que fue imparable en los primeros cuarenta y cinco minutos, que fue peligroso en el complemento encontrando un lugar en este equipo de Tocalli. La experiencia de Cubero, el despliegue de Zapata, la prestancia de Ponce, la seguridad (esta vez) de Montoya. Un conjunto de Tocalli que insiste, que pelea, que busca, ante sus propias imposibilidades.
Estudiantes era una prueba grande para las aspiraciones de un equipo que buscaba despegarse la lagaña de la siesta que pegó al inicio del Apertura. La primera semilla de una buena cosecha que intentará recolectar cuando llegué la noche del próximo sábado en Liniers, y los objetivos sean los deseados en esta frenética seguidilla de encuentros. Un aprobado con mayúsculas para un Vélez en este primer examen.
¿Que debe mejorar?, sin lugar a dudas. Hoy el conjunto de Tocalli daba la sensación de que nunca iba a marcar ante tantas chances desperdiciadas. Ese karma que lo persigue como uno de esos fantasmas inexpugnables de los cuales no puede despegar; aunque la última bola de la tarde le haga cantar victoria.
Cuanto desahogo hay en este grito de gol, que se prolongará en el corazón velezano hasta el Monumental. Cuanta necesidad de victoria como la que mostró el equipo esta tarde soleada y fresca de Liniers. Cuanto más importa la frase del entrenador en la semana privilegiando el resultado ante el buen fútbol. Cuanto aire le da a este Vélez para ir a patearle el tablero al River de Simeone este miércoles. ¿Cuántas razones más necesita usted para atreverse a soñar?.
(Prensa Vélez – Estadio José Amalfitani).
Si será caprichoso este fútbol. Dicen que lo que cuesta se saborea mucho más. Que esa lucha por conseguir lo deseado le imprime un gusto bien dulce al paladar, que se resecaba sediento de victorias.
Si será testarudo este Vélez. Un equipo que puede tener sus falencias, que puede pecar de tantas cosas; pero es un equipo que no se da por vencido, aún cuando la mano viene torcida y no le sale una.
Porque fue claro merecedor del resultado final, pero tuvo que trabajarlo tanto, aún contra sus propias limitaciones que principalmente se enmarcan en la falta de puntería a la hora de dar el último toque a la red. Vélez se queda sin carretel en los pies de López, y en los de Cristaldo también. Pero cuando el hilo parece tensarse hasta romperse, aparece la sangre nueva, joven; la que entra en ebullición tan rápido como esa escapada del Bebu que se graduó de hombre, que le hizo ganar el partido a su Vélez.
Porque Vélez lo tuvo en el arranque del partido, con una gran habilitación de Papa al Churri Cristaldo. Porque después lo intentó nuevamente Cristaldo y el balón se fue cerca. Porque generó y despilfarró llegadas como esos millonarios excéntricos que encienden cigarros con dólares. Porque tuvo que sufrir en una (Montoya le tapó una muy clara a Calderón), para nunca más pasar zozobra en su arco. Porque La fortuna, la dicha, la gracia; como quiera llamarla, se posó del lado de Vélez e hizo picar perfectamente habilitado a Velázquez para romperle el arco y la resistencia a un Estudiantes que no salió a buscar nada.
Bien por Vélez. Bien por Tocalli que confió en el juvenil Velázquez para reemplazar la falta de gol que evidenciaban los López o los Cristaldo. Porque el Bebu, ese pibe que hace unos años daba la vuelta olímpica con su quinta campeona; hoy se viste de grande para darle los tres puntos a un Vélez que lo peleó con todo, no se entregó nunca y aunque no importe el merecimiento, lo merecía.
Un Fortín que se sostiene en las espaldas de su capitán. Un Leandro Somoza que con el correr de los partidos se ha convertido en más líder que nunca y lo transmite en cada pelota que traba con el alma. Un Vélez que se hamaca con las buenas gambetas del Burrito Juan Manuel Martínez, que fue imparable en los primeros cuarenta y cinco minutos, que fue peligroso en el complemento encontrando un lugar en este equipo de Tocalli. La experiencia de Cubero, el despliegue de Zapata, la prestancia de Ponce, la seguridad (esta vez) de Montoya. Un conjunto de Tocalli que insiste, que pelea, que busca, ante sus propias imposibilidades.
Estudiantes era una prueba grande para las aspiraciones de un equipo que buscaba despegarse la lagaña de la siesta que pegó al inicio del Apertura. La primera semilla de una buena cosecha que intentará recolectar cuando llegué la noche del próximo sábado en Liniers, y los objetivos sean los deseados en esta frenética seguidilla de encuentros. Un aprobado con mayúsculas para un Vélez en este primer examen.
¿Que debe mejorar?, sin lugar a dudas. Hoy el conjunto de Tocalli daba la sensación de que nunca iba a marcar ante tantas chances desperdiciadas. Ese karma que lo persigue como uno de esos fantasmas inexpugnables de los cuales no puede despegar; aunque la última bola de la tarde le haga cantar victoria.
Cuanto desahogo hay en este grito de gol, que se prolongará en el corazón velezano hasta el Monumental. Cuanta necesidad de victoria como la que mostró el equipo esta tarde soleada y fresca de Liniers. Cuanto más importa la frase del entrenador en la semana privilegiando el resultado ante el buen fútbol. Cuanto aire le da a este Vélez para ir a patearle el tablero al River de Simeone este miércoles. ¿Cuántas razones más necesita usted para atreverse a soñar?.
Fuente: Sitio Oficial.-
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