Vélez derrotó con categoría a Central por 2 a 1 en casa, y de esta forma sumó su cuarta victoria consecutiva y el cartón lleno en esta semana de ensueño. Mariano Uglessich y Leandro Somoza fueron los gritos de un Vélez que pretende ser más que candidato.
Buenos Aires, Sábado 20 de septiembre de 2008.
(Prensa Vélez – Estadio José Amalfitani).
Era el deseo de todos. El objetivo claro y firme que se propuso al encarar estos siete días, con tres partidos duros y complicados, en busca de nueve puntos frescos y llenos de fe. Casi como un juego numérico en el que la suma siempre dio positiva, porque este Vélez se fue convenciendo con personalidad y demasiada actitud de que puede hacer más que ruido, una gran explosión en este Apertura. Porque con niveles altos en la escala de valores del plantel (que nunca quiebra) encontró el norte hacia la victoria y más allá de volver a la vida que creían perdida en el arranque; hoy goza de una salud absoluta y desbordante de ilusión.
Sucede que a veces, el fútbol te pone ciertas pruebas en el formulario del candidato que rinde cualquier equipo fecha a fecha ya sea Apertura o Clausura. Como un alumno aplicado, este Vélez el que ya tiene nombre y apellido porque se escribe Hugo Tocalli en el juego, va completando el formulario ante cada nueva pregunta del multiple choice.
Le tocó reponerse de una seguidilla negativa de tres encuentros sin victorias y casi sin goles (salvó el premio zapatero aquel de bombazo de Cristaldo en La Paternal), nada más ni nada menos que en Mendoza ante Godoy Cruz. Con tres goles y personalidad marcó una tilde tenue sobre el papel del campo de juego. Necesitaba confirmar lo hecho fuera, en casa; y allí confió su entrenador en la sangre joven (esos que dicen que ganan partidos y no campeonatos justamente), y con el Bebu Velázquez superó a un duro Estudiantes cuando se evaporaba la arena del reloj del Apertura, con otra tilde en otro casillero. Porque se venía River con sus fantasmas que eran propios en la racha nefasta ante cada visita al Monumental; para que con una garra voraz y un corazón gigante dejar la mejor marca en el paño de sus aspiraciones.
Y quedaba este escollo frente a Central. En casa de nuevo, con el trajín del cansancio a cuestas que se volvió peso pluma con el éxtasis acumulado por tanta victoria. Y para colmo, le tocó sortear una de las preguntas más difíciles del cuestionario universitario del candidato: ¿Cómo responde el equipo cuando arranca perdiendo y necesita los tres puntos?. A casi dos minutos de comenzado el encuentro, Borzani se encontró con un balón perdido en el área al que no dudó en despacharlo hacia la red, para que Central se encuentra con una victoria sin haber sumado méritos para alcanzarla.
Allí apareció el temple y las agallas de este Vélez. Porque se la cree, y es excelente que tenga esos aires de superación; porque demuestra que puede volar alto pero con un pie siempre sobre la hierba. Porque suma y se contagia, y en esa ecuación casi perfecta se encaminan los Emiliano Papa, los Víctor Zapata, los Mariano Uglessich, los Waldo Ponce y compañía a la tripulación que comandan los Leandro Somoza y los Fabián Cubero. ¡Y pensar que decían que estos jugadores no podían aportarle nada a este equipo!, Por Dios!.
Sin desesperarse, con la pulcritud de su vestimenta azul (ya es cabala) que se embarra tras el fulgor de la lucha; va planeando el golpe exacto. Porque genera una y otra vez las situaciones que lo llevarán a pegar el grito grande durante el partido, más allá del resultado parcial. Porque un equipo que genera alrededor de 11 situaciones de gol en un primer tiempo (como avisan las campanas del cartel), no merece ni puede irse con las manos vacías. Así está este Vélez.
Con un Emiliano Papa que se ganó definitivamente la tan merecida ovación del pueblo velezano. Porque parece que si no pasa por él las jugadas no vale el gol de Vélez (fue partícipe directo de los últimos cuatro goles de Vélez, incluyendo los de hoy). Porque hoy, aclimatado, con el tiempo justo y necesario que no va sincronizado con el del hincha, se hace un motorcito dentro de este equipo y se convierte en figura partido tras partido.
Porque Víctor Zapata también hace lo mismo y seguramente disfruta al máximo esta pequeña revancha futbolera que le toca gracias a su brutal esfuerzo para correr a todas las pelotas y hace, que hoy el hincha, se queje si abandona el campo reemplazado.
Porque el Ruso Uglessich se hace firme en el fondo y le da el juego aéreo que se le criticaba por escasez a este equipo. Encima lo aportó en la otra área marcando el gol de empate, pintando la marquita que completa el interrogante planteado en este informe.
Porque Leandro Somoza es mucho más que el capitán de este equipo, es el alma, la humildad, el impulsor del espíritu ganador del Fortín; acompañado por Fabián Cubero. Porque el “Lea”, es esa clase de referentes siempre positivos dentro de un grupo. Porque tiene la autoridad de tomar el balón cuando éste arde de responsabilidad, y se llena la boca de grito de gol contenido desde su despedida hace un par de años nomás. Porque remarca la tilde ante la pregunta que nos llama esta noche de sonrisas largas. Vélez pela garras ante la adversidad, algo que aprendió en base a los golpes y cuestionamientos de la génesis de este torneo.
Tres de tres. Nueve de nueve. Casilleros aprobados. Mire por el lado que se lo mire, haga las cuentas y cálculos que haga; este Vélez suma, se enloquece y se prende en esta loca emoción por el sueño de Apertura.
(Prensa Vélez – Estadio José Amalfitani).
Era el deseo de todos. El objetivo claro y firme que se propuso al encarar estos siete días, con tres partidos duros y complicados, en busca de nueve puntos frescos y llenos de fe. Casi como un juego numérico en el que la suma siempre dio positiva, porque este Vélez se fue convenciendo con personalidad y demasiada actitud de que puede hacer más que ruido, una gran explosión en este Apertura. Porque con niveles altos en la escala de valores del plantel (que nunca quiebra) encontró el norte hacia la victoria y más allá de volver a la vida que creían perdida en el arranque; hoy goza de una salud absoluta y desbordante de ilusión.
Sucede que a veces, el fútbol te pone ciertas pruebas en el formulario del candidato que rinde cualquier equipo fecha a fecha ya sea Apertura o Clausura. Como un alumno aplicado, este Vélez el que ya tiene nombre y apellido porque se escribe Hugo Tocalli en el juego, va completando el formulario ante cada nueva pregunta del multiple choice.
Le tocó reponerse de una seguidilla negativa de tres encuentros sin victorias y casi sin goles (salvó el premio zapatero aquel de bombazo de Cristaldo en La Paternal), nada más ni nada menos que en Mendoza ante Godoy Cruz. Con tres goles y personalidad marcó una tilde tenue sobre el papel del campo de juego. Necesitaba confirmar lo hecho fuera, en casa; y allí confió su entrenador en la sangre joven (esos que dicen que ganan partidos y no campeonatos justamente), y con el Bebu Velázquez superó a un duro Estudiantes cuando se evaporaba la arena del reloj del Apertura, con otra tilde en otro casillero. Porque se venía River con sus fantasmas que eran propios en la racha nefasta ante cada visita al Monumental; para que con una garra voraz y un corazón gigante dejar la mejor marca en el paño de sus aspiraciones.
Y quedaba este escollo frente a Central. En casa de nuevo, con el trajín del cansancio a cuestas que se volvió peso pluma con el éxtasis acumulado por tanta victoria. Y para colmo, le tocó sortear una de las preguntas más difíciles del cuestionario universitario del candidato: ¿Cómo responde el equipo cuando arranca perdiendo y necesita los tres puntos?. A casi dos minutos de comenzado el encuentro, Borzani se encontró con un balón perdido en el área al que no dudó en despacharlo hacia la red, para que Central se encuentra con una victoria sin haber sumado méritos para alcanzarla.
Allí apareció el temple y las agallas de este Vélez. Porque se la cree, y es excelente que tenga esos aires de superación; porque demuestra que puede volar alto pero con un pie siempre sobre la hierba. Porque suma y se contagia, y en esa ecuación casi perfecta se encaminan los Emiliano Papa, los Víctor Zapata, los Mariano Uglessich, los Waldo Ponce y compañía a la tripulación que comandan los Leandro Somoza y los Fabián Cubero. ¡Y pensar que decían que estos jugadores no podían aportarle nada a este equipo!, Por Dios!.
Sin desesperarse, con la pulcritud de su vestimenta azul (ya es cabala) que se embarra tras el fulgor de la lucha; va planeando el golpe exacto. Porque genera una y otra vez las situaciones que lo llevarán a pegar el grito grande durante el partido, más allá del resultado parcial. Porque un equipo que genera alrededor de 11 situaciones de gol en un primer tiempo (como avisan las campanas del cartel), no merece ni puede irse con las manos vacías. Así está este Vélez.
Con un Emiliano Papa que se ganó definitivamente la tan merecida ovación del pueblo velezano. Porque parece que si no pasa por él las jugadas no vale el gol de Vélez (fue partícipe directo de los últimos cuatro goles de Vélez, incluyendo los de hoy). Porque hoy, aclimatado, con el tiempo justo y necesario que no va sincronizado con el del hincha, se hace un motorcito dentro de este equipo y se convierte en figura partido tras partido.
Porque Víctor Zapata también hace lo mismo y seguramente disfruta al máximo esta pequeña revancha futbolera que le toca gracias a su brutal esfuerzo para correr a todas las pelotas y hace, que hoy el hincha, se queje si abandona el campo reemplazado.
Porque el Ruso Uglessich se hace firme en el fondo y le da el juego aéreo que se le criticaba por escasez a este equipo. Encima lo aportó en la otra área marcando el gol de empate, pintando la marquita que completa el interrogante planteado en este informe.
Porque Leandro Somoza es mucho más que el capitán de este equipo, es el alma, la humildad, el impulsor del espíritu ganador del Fortín; acompañado por Fabián Cubero. Porque el “Lea”, es esa clase de referentes siempre positivos dentro de un grupo. Porque tiene la autoridad de tomar el balón cuando éste arde de responsabilidad, y se llena la boca de grito de gol contenido desde su despedida hace un par de años nomás. Porque remarca la tilde ante la pregunta que nos llama esta noche de sonrisas largas. Vélez pela garras ante la adversidad, algo que aprendió en base a los golpes y cuestionamientos de la génesis de este torneo.
Tres de tres. Nueve de nueve. Casilleros aprobados. Mire por el lado que se lo mire, haga las cuentas y cálculos que haga; este Vélez suma, se enloquece y se prende en esta loca emoción por el sueño de Apertura.
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