Una nueva estrella...Liniers.-

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sábado, 25 de septiembre de 2010

Fuerte ese aplauso

Vélez recuperó la agresividad que tanto pedía Gareca y no perdonó a un Olimpo que se fue goleado del Amalfitani y en zona de descenso. Lo abrió Juan Manuel Martínez; y con dos contras lo estiró primero Maximiliano Moralez y lo selló después con un merecido tanto Sebastián Domínguez. Todo el Fortín se rompió las manos para ovacionar a un equipo que volvió a lo más alto del Apertura y sueña.

Buenos Aires, Sábado 24 de septiembre de 2010.
(Prensa Vélez Sarsfield – Villa Olímpica).

Que Vélez tenía que recuperar la agresividad en ataque, era algo que su entrenador había destacado a instantes nomás de haberse consumado un nuevo empate por torneo local y sin goles. Caliente, con las pulsaciones a mil pero con la lucidez para saber por dónde atacar (aunque sueñe paradójico) al mal que azotaba a un Vélez de aspiraciones grandes pero de producciones bajas en las últimas fechas. Desde allí, comienza a escribirse esta historia que se contó en un nuevo capítulo, desde el estadio José Amalfitani de Liniers.

Porque si algo le sobró a Vélez en la fantástica goleada ante Olimpo de Bahía Blanca, fue la agresividad. Esa mordacidad para someter al rival al más tremendo ridículo. Ese rugir de tres cuartos de cancha en adelante que te vuelve un equipo avasallante y profundo. Porque Vélez hoy fue todo lo punzante y filoso que quizás no fue ante San Lorenzo y Arsenal.

Mucho tiene que ver el sacudón y las ganas de ganar en casa y mantener el invicto en el Fortín; como mucho también eso de treparse a la punta del campeonato y decirle a San Lorenzo que tiene que ganar para seguir en lo más alto, con la hermosa presión de jugar con el resultado puesto. Pero también tiene que ver el rival. Porque cuando se dice “el rival también juega”, se utiliza mal cuando se habla de un equipo que se mete atrás y defiende con uñas y piel el cero en su arco. Ese dicho, le ce perfecto a este Olimpo de De Felippe, porque este equipo si juega e intenta jugar al fútbol más allá de que se vea superado por el rival, el equipo bahiense va al frente. Por eso Seba Domínguez le estrechó la mano al técnico visitante tras la goleada, para reconocerle la hidalguía de salir de igual a igual aún con dos hombres de menos por expulsión en busca de los mismos tres puntos que fue a buscar Vélez.

Porque cuando en Vélez se enchufan los que juegan, parece afano y más que cosa seria. Porque pareciera no existir algodones que contengan en la semana a un Maximiliano Moralez en veremos, que se cuida hasta el extremo y que después entra en escena y se lleva todos los aplausos en el rol protagónico de las acciones de juego como en esa jugada del segundo gol de Vélez. Porque tampoco Zapata se baja de un Vélez que lucha y se traga el dolor de las lesiones y deja todo en cada pelota. Porque el Burro Martínez cuando ve la mesa servida, se sienta y disfruta del banquete. Para aquí, para allá, para donde sea; Martínez hace del balón un pito y lo disfruta todo Vélez, como en el primer grito de la noche metiéndose en el área y quemándole la ropa a Tombolini. Porque Emiliano Papa es el sacrificio de ir una y otra vez incansable. Porque Iván Bella va entendiendo que las chances que le va dando el Apertura son únicas e irrepetibles, y con actuaciones como la de esta noche; afianzarse en primera es palpable, cercano. Porque en el fondo tiene a una fiera como Domínguez, que merece un párrafo aparte por su gol, ese tan esquivo que lo tuvo a maltraer casi un año y diez meses con la camiseta de Vélez. Porque en Seba se solidifica el temple de este equipo. Porque por más que no la metas, querido Silva, sos tan importante como cuando la mandás a guardar. Por tu lucha y tu entrega eterna. Salud Vélez.

Porque también Gareca se da el gusto de apostar a los juveniles y que ellos le den respuestas. Como el caso de Ezequiel Rescaldani. El joven y alto delantero de Leones, Provincia de Córdoba, que casi sin trabajo de inferiores debutó en la primera de Vélez y dejó las mejores impresiones. La comparación con Martín Palermo es moneda corriente y casi, casi, este pibe de algunas pocas primaveras, casi comienza a filmar su película con el gol que le negó el verde césped que acolchó por demás su fortísimo remate con la cabeza.

Porque Vélez le prende fuego la túnica a los fantasmas que intentaban posarse sobre su sueño de Apertura. Porque este Fortín le pone somnífero al insomnio desvelado de los que se rasgaron las vestiduras ante dos empates sin goles. Porque este equipo de Gareca le tapa la boca a aquellos que esperan un traspié o una derrota para sacar tajada, vaya a saber uno para qué.

Porque Vélez se convenció esta noche que está para esto. Para salir a la cancha a comerse crudo al rival. Para demostrar que las ganas de coronarse siguen firmes, intactas y justas. Porque verse en lo más alto del Apertura no es para cualquiera y este Vélez sabe mucho de eso. Por eso la gente lo reconoció con aplausos firmes y estruendosos. La forma predilecta de reconocimiento de un público cuando el espectáculo que le brindan colma sus expectativas. Salud Vélez, a brindar por este sueño.

Carlos Alberto Martino

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