Buenos Aires, Viernes 15 de octubre de 2010.
(Prensa Vélez Sarsfield – Estadio Dr. José Luis Meiszner)
Sin las luces rutilantes de la marquesina de un 6 a 0 que decora un resultado. Sí, con el overol puesto para transpirar por momentos un partido que se presentó trabajoso pasada la mitad del mismo. Con la candidatura confirmada de la pelea hasta el final de las acciones mismas que presenta el casting del Apertura. Para Vélez sin dudas, que ésta, no fue una fecha más.
Es que no podía ser solamente noventa minutos, porque sin quererlo, este encuentro ante Quilmes era de ciento ochenta. Era inevitable pensar en lo que será nada más que en una semana el gran choque esperado, ante quien hoy ostenta la cima y el liderazgo del campeonato; pero sin embargo era vital para las aspiraciones de este Vélez salir con vida del Centenario. Aunque sin darse cuenta, la noche lo confirmaba como uno de los serios candidatos a quedarse con el título tan anhelado por todos.
Porque motivos le sobran para candidatearse. Tiene en sus filas a la delantera más peligrosa de la década. Porque Juan Manuel Martínez reafirmó en la noche quilmeña que su gran presente no es una de esas modas primaverales con descuentos del 20 o el 30 por ciento. Nada de eso. Lo del Burrito es cosa seria y lo justifica en cada encuentro con el balón que ese pedido incansable de ser titular en Vélez no eran solo palabras vacías. Hoy Martínez se ha constituido en uno de los jugadores más influyentes del equipo en los noventa (o el doble) que juega el equipo. Porque se hace cargo de balón, porque va a buscar al defensor, porque también se solidariza en la marca. Ha madurado y todo Vélez celebra el adiós a la adolescencia para pasar a la vida adulta y responsable. Porque se disfraza de goleador con siete tantos como top scorer de la liga pampera, metiendo la cabeza para capturar el rebote del arquero y marcar el primer tanto. Martínez es la impronta de este Vélez que va por la gloria.
Porque encima cuenta con un Santiago Silva intratable. Ese gladiador romano que por esos caprichos del destino nació un tiempo largo después del apogeo romano, con el mate y el termo bajo el brazo oriundo de las tierras vecinas, orientales de acá. Porque va a todas con la vehemencia que un toro enfrenta el paño rojo. Porque no da ninguna por perdida y ahí está su premio, porque la pelota siempre se queda boyando de su lado. Porque encima gana en las dos áreas y en la cancha de arriba. Porque es tan importante para atacar como para defender la propia casa. Así se construye este Vélez, desde el sacrificio mancomunado por tratar de mantener la casa en orden. Porque encima, engancha en el área a poco del final y despacha una tremenda vaselina que lo deja a Trípodi metido adentro del arco con pelota y todo, para sentenciar un partido que sabía a victoria del Fortín. O Mamma!... O visto al Tanque Silva!.
Porque detrás tiene a todo un equipo que los sostiene, desde Barovero hasta Moralez. Todos por un mismo objetivo. Porque ni que hablar de esa pelota magistral que tapó Barovero cuando Miguelito Caneo se relamía saboreando el empate. Domínguez es figura y Zapata no se queda atrás. Todo Vélez, sí todo. Porque no importa quien esté en frente, este equipo de Gareca va pa’ lante. Porque hay que reconocer que también por momentos este Quilmes de rumbo perdido lo complicó, pero Vélez manejó el partido aún siendo dominado, con ese aroma de situación controlada.
Porque es casi cometer un acto de falta de sinceridad decir que no se piensa más allá de este fin de semana. Porque ahora la obligación la tienen Arsenal y Estudiantes, sabiendo que no pueden dar un paso en falso, que no pueden tropezar. Atrás está Vélez y espera con la tranquilidad del deber cumplido, de la tarea realizada.
Vení, vení que te espero.
Carlos Alberto Martino
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