Rosario, Viernes 1º de octubre de 2010.
(Prensa Vélez Sarsfield – Estadio Coloso Marcelo Bielsa)
Qué duro el golpe recibido en Rosario. Cuanto duele cuando uno viene dulce y el impacto en la nuca cae limpio como un mazazo que te deja al borde del nocaut. Porque la excursión a la ciudad siempre bonita de Rosario tuvo mucho de un golpe certero al corazón de un equipo que parece no rendirse, pero que acusa las marcas endebles que le dejan como tatuaje los golpes recibidos debajo del cinturón.
Porque no se puede despegar este Vélez de esa malaria cada vez que abandona el estadio José Amalfitani, que lo lleva a haber ganado tan solo una vez en lo que va del Apertura fuera de casa, que lo lleva a haber ganado tan solo dos partidos en lo que va del año en esa condición. Porque adolece sin lugar a dudas el estar lejos del lugar al que por estas horas llama más que nunca Fortín, donde cosechó la totalidad de los puntos que llega disputados jugando en Liniers en el presente torneo.
Porque también es verdad y hay que reconocerlo. Este Vélez genera situaciones más allá de que su artillero lleve ya cuatro fechas sin poder convertir goles desde aquella conquista ante River Plate en casa. Porque tuvo para ganarlo dos veces en la cancha tan difícil que es el Coloso del Parque Independencia hoy rebautizado con el nombre prócer de Marcelo Alberto Bielsa. Primero fue el Burrito Juan Manuel Martínez quien se metió en el área tras un exquisito pase de Somoza para enfrentar a Peratta que le achichó bien el espacio y mandó a córner el balón. Después para probar con Bella desde afuera del área y revolcar a un Peratta que nuevamente mandaba el balón fuera de los límites de juego y cediendo la posesión a Vélez. Porque hasta ahí el equipo de Gareca hacía todo para tratar de justificar una victoria que no pudo materializar. Porque al primer ataque serio de Newell’s (previa falla en la salida de Cubero y Zapata), se encontró con la ventaja, justo cuando el reloj cantaba sus últimas horas en la primera parte. Tras un pase entre líneas de Mauro Formica, la figura de la cancha Sperdutti, enfrentó a Barovero y con un remate rasante y a quemaropa venció al guardameta fortinero. La Lepra golpeaba en el momento justo.
Porque encima sin darle reacción a este Vélez, en el complemento y tras una inexistente falta de Tobio a Borghello; Loustau cobró la pena máxima y Schiavi la cambió por gol. En tres minutos del segundo tiempo Newell’s estiraba la ventaja y se disponía a hacer lo que mejor le sale, refugiarse y jugar de contra para que se luzcan los Alayes, los Schiavi o los Cichero. Ni que hablar de los Peratta.
Porque Moralez y Zapata eran por instinto e inercia los generadores de fútbol de Vélez. Pero el maltrato de Estigarribia hacia el Enano casi mordiéndole el tobillo (literalmente) le arrancó con esa falta las últimas chances de estar entero para ser peligroso. Por eso Gareca y ante la lesión de Bella, mandó en cancha a Ricky Álvarez. Y más tarde, perdido por perdido, afuera Papa por Cristaldo y a jugarse el todo con Rescaldani nada menos que por Somoza. Apostaba el Tigre pero la reacción de Vélez no llegaba.
Así Newell’s se encontró con más de lo que fue a buscar y de lo que merecía. Pero, ¿qué quiere que le diga? En el fútbol no se merece y el conjunto rojinegro encontró del cielo una victoria; tan del cielo como esa jugada de tiro en el travesaño de Cristaldo que Silva no pudo cabecear a gol y en la línea el balón quedó en las manos de Seba Peratta.
Vélez volvió a mostrar en parte, su cara mala cuando abandona Liniers. No se siente cómodo o por lo menos los resultados no lo acompañan. La campaña fuera de casa así lo demuestra y eso es un factor condicionante para las aspiraciones de gloria en este semestre.
Vélez tiene que hacerte tan fuerte afuera como lo es en casa. Con ese lema de Gareca que reza ir con la misma idea sin importar el escenario. Así lo hace Vélez, pero tendrá que poner ese cachito más para que la historia tenga un final feliz en cada excursión. ¿Habrá tiempo para este Vélez? Por lo pronto a quitarse el rosario de espinas y mirar que aún queda camino por recorrer.
(Prensa Vélez Sarsfield – Estadio Coloso Marcelo Bielsa)
Qué duro el golpe recibido en Rosario. Cuanto duele cuando uno viene dulce y el impacto en la nuca cae limpio como un mazazo que te deja al borde del nocaut. Porque la excursión a la ciudad siempre bonita de Rosario tuvo mucho de un golpe certero al corazón de un equipo que parece no rendirse, pero que acusa las marcas endebles que le dejan como tatuaje los golpes recibidos debajo del cinturón.
Porque no se puede despegar este Vélez de esa malaria cada vez que abandona el estadio José Amalfitani, que lo lleva a haber ganado tan solo una vez en lo que va del Apertura fuera de casa, que lo lleva a haber ganado tan solo dos partidos en lo que va del año en esa condición. Porque adolece sin lugar a dudas el estar lejos del lugar al que por estas horas llama más que nunca Fortín, donde cosechó la totalidad de los puntos que llega disputados jugando en Liniers en el presente torneo.
Porque también es verdad y hay que reconocerlo. Este Vélez genera situaciones más allá de que su artillero lleve ya cuatro fechas sin poder convertir goles desde aquella conquista ante River Plate en casa. Porque tuvo para ganarlo dos veces en la cancha tan difícil que es el Coloso del Parque Independencia hoy rebautizado con el nombre prócer de Marcelo Alberto Bielsa. Primero fue el Burrito Juan Manuel Martínez quien se metió en el área tras un exquisito pase de Somoza para enfrentar a Peratta que le achichó bien el espacio y mandó a córner el balón. Después para probar con Bella desde afuera del área y revolcar a un Peratta que nuevamente mandaba el balón fuera de los límites de juego y cediendo la posesión a Vélez. Porque hasta ahí el equipo de Gareca hacía todo para tratar de justificar una victoria que no pudo materializar. Porque al primer ataque serio de Newell’s (previa falla en la salida de Cubero y Zapata), se encontró con la ventaja, justo cuando el reloj cantaba sus últimas horas en la primera parte. Tras un pase entre líneas de Mauro Formica, la figura de la cancha Sperdutti, enfrentó a Barovero y con un remate rasante y a quemaropa venció al guardameta fortinero. La Lepra golpeaba en el momento justo.
Porque encima sin darle reacción a este Vélez, en el complemento y tras una inexistente falta de Tobio a Borghello; Loustau cobró la pena máxima y Schiavi la cambió por gol. En tres minutos del segundo tiempo Newell’s estiraba la ventaja y se disponía a hacer lo que mejor le sale, refugiarse y jugar de contra para que se luzcan los Alayes, los Schiavi o los Cichero. Ni que hablar de los Peratta.
Porque Moralez y Zapata eran por instinto e inercia los generadores de fútbol de Vélez. Pero el maltrato de Estigarribia hacia el Enano casi mordiéndole el tobillo (literalmente) le arrancó con esa falta las últimas chances de estar entero para ser peligroso. Por eso Gareca y ante la lesión de Bella, mandó en cancha a Ricky Álvarez. Y más tarde, perdido por perdido, afuera Papa por Cristaldo y a jugarse el todo con Rescaldani nada menos que por Somoza. Apostaba el Tigre pero la reacción de Vélez no llegaba.
Así Newell’s se encontró con más de lo que fue a buscar y de lo que merecía. Pero, ¿qué quiere que le diga? En el fútbol no se merece y el conjunto rojinegro encontró del cielo una victoria; tan del cielo como esa jugada de tiro en el travesaño de Cristaldo que Silva no pudo cabecear a gol y en la línea el balón quedó en las manos de Seba Peratta.
Vélez volvió a mostrar en parte, su cara mala cuando abandona Liniers. No se siente cómodo o por lo menos los resultados no lo acompañan. La campaña fuera de casa así lo demuestra y eso es un factor condicionante para las aspiraciones de gloria en este semestre.
Vélez tiene que hacerte tan fuerte afuera como lo es en casa. Con ese lema de Gareca que reza ir con la misma idea sin importar el escenario. Así lo hace Vélez, pero tendrá que poner ese cachito más para que la historia tenga un final feliz en cada excursión. ¿Habrá tiempo para este Vélez? Por lo pronto a quitarse el rosario de espinas y mirar que aún queda camino por recorrer.
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