Era un día de semana y se trataba de la Sudamericana, pero se asemejó a un domingo cualquiera por el torneo doméstico. Las diferencias entre un equipo y otro fueron las mismas observadas fronteras adentro los fines de semana en estos últimos meses. De un lado, el Vélez que viene de ser campeón y que amaga volver a festejar. Del otro, el Boca que no consigue alegría ni con la llegada de Basile. Por eso el 1 a 0 y por eso la clasificación de Vélez. De ahí el 0-1 y de ahí esta nueva decepción de Boca, con la yapa de Palermo expulsado por esa plancha/patada del final contra Papa. Vélez, que en el juego fue mucho más que ese gol de diferencia, ahora espera a Unión Española de Chile, la semana que viene, en Liniers. A Boca, en cambio, lo espera un panorama complicado, relegado en el Apertura, sin Sudamericana y lejos de la otra Copa, la Libertadores 2010. Así como es normal verlo avanzar a Vélez en un torneo continental, no es usual mirar desbarrancarse de un torneo a un Boca de Basile: el Coco, en este club, había ganado cinco sobre cinco. Hasta anoche...En definitiva, Vélez le imprimió su nombre al partido, donde fue mejor de principio a fin. Ya de entrada, pareció olvidarse de que tenía una supuesta ventaja por aquel 1-1 de la Bombonera. Y fue. Y buscó. Y atacó. Por momentos, el plus de ventaja era leve. De a ráfagas, la superioridad era muy marcada. El 0-0 con el que se consumió la etapa inicial sólo se entiende por Abbondanzieri. El 1 de Boca se pareció ayer al mejor Pato...Igual, el equipo de Basile siempre estuvo en carrera. Tal vez fue por ese raro privilegio que posee: aún sin chispas y con el freno de mano puesto, Boca siempre tiene a mano algún recurso individual como para infundir peligro. Algún chiche de Riquelme como anoche los hubo, la velocidad de Noir y la amenaza latente de Palermo. Por eso, se armaron 45 minutos sin respiros y con mucha emoción.Ambos plantaron en cancha un 4-3-1-2. La diferencia fue que el equipo de Gareca se hizo flexible: Zapata se pegó a Razzotti por el medio e invitó a que Papa se colocara como casi volante. Ese detalle táctico, nada menor, hizo que el local lograra supremacía en el mediocampo, zona en la que Vélez empezó a poner en peligro la clasificación de Boca. Por ahí, entonces, llegó Vélez. La pelota la manejaba cualquiera de los de blanco: Cubero, Moralez, Zapata, Razzotti, Papa... Y entre López y el Burrito Martínez lo fueron haciendo figura al Pato. A la hora de ir hacia la otra orilla, Riquelme no la encontraba. Y cuando lo hacía, lo bloqueaban enseguida. De todos modos, hubo encuentros con Noir (aparecía por derecha o por izquierda) e Insúa que, al menos, provocaron cierto susto en el área de Montoya.Pero lo mejor seguía estando a cargo de Vélez, que perdió a Martínez por lesión pero sumó a Cristaldo, que al minuto de ingresar pisó el área solito. Lo cierto es que Ibarra sufría, Papa se mandaba (tuvo una clara, de cabeza, tras centro de Ponce), Morales le pegaba de lejos, Abbondanzieri volaba y atajaba. Voló y atajó hasta que pudo, claro... Porque a los 15 del segundo tiempo, Cristaldo lo fusiló de derecha tras un centro de Papa que Cubero, con tiempo y precisión, transformó en exquisita habilitación ante Morel y Paletta. El gol terminó con esa remontada que ensayaba Boca tras equilibrar las cosas en la mitad. Lo único que le quedaba era apostar a ese gol que lo condujera a los penales. Entraron Marino y Viatri, pero Boca fue mucha urgencia (para muestra basta la roja de Palermo) y poca claridad. De ahí en más, la seguridad, los lujos y la clasificación corrieron por cuenta del dueño de casa. Sí, de Vélez, campeón de entrecasa, escolta en este torneo y ya clasificado para octavos de la Copa...
Fuente: Diario Clarín.-
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